Segunda entrega, tras la explicación de la semana pasada sobre la necesidad de comer hidratos de carbono, esta semana la protagonista es la mala malísima de la película: la grasa. De los tres principales macronutrientes, la grasa es la que peor fama tiene con diferencia. Sin embargo, este se debe a creencias populares y al desconocimiento de las estructuras de los alimentos.
El ser humano necesita comer grasa. Eso es así porque es NECESARIA para el funcionamiento cerebral o, por ejemplo, para que una herida cicatrice. Además, muchas vitaminas esenciales son solubles en grasa, es decir, las vitaminas de una zanahoria son absorbidas por el organismo gracias a la grasa.
Los frutos secos, algunas frutas, el aceite… Esto son grasas y nunca deben eliminarse de las dietas, aunque sean de adelgazamiento ya que ayudan también a reducir el colesterol malo.
Hay tres tipos de grasa: los ácidos grasos monoinsaturados, ácidos grasos poliinsaturados y los ácidos grasos saturados (estos últimos sí son peligrosos). En los tres casos son largas cadenas de átomos de carbón enlazados que atraen el hidrógeno y, las que menos hidrógeno tienen son monoinsaturadas y las que más tienen, saturadas. A partir de ahora, cuando leas una etiqueta, observa: si un producto está muy ‘hidrogenado’, debes saber a qué te enfrentas: a grasa saturada.
Ácidos grasos monoinsaturados (AGM): contienen menos hidrógeno y se encuentran en aceitunas, frutos secos, aceite de oliva, aguacates… Son grasas que son líquidas a temperatura ambiente y sólidos cuando se enfrían y son beneficiosas para el organismo, aunque se subdividen en varios tipos, la AGM más común es el ácido oleico que incluso se encuentra en el chocolate negro o la carne de vacuno.
Ácidos grasos poliinsaturados. Están a medio camino ya que combinan la parte ‘buena’ de la grasa con la mala a partes iguales. Entre ellos destacan el Omega-3 (que ayudan a evitar cardiopatías, ayudan a la piel, reducen inflamaciones… Es la grasa de los peces de agua fría (pescado azul) y es recomendable consumirlo. Está también el ácido Omega-6 que es más perjudicial pero que la industria alimentaria usa mucho. El problema es que es mucho más dañino y una vez en el cuerpo compite con el Omega-3. Dentro de este tipo de grasas se encuentran también los ácidos linoleicos conjugados y los transaturados.
Ácidos Grados saturados. Estos sí son los malos de la peli para algunos, aunque con moderación, no son tan peligrosos. Es una grasa sólida en frío y se convierte en líquida con el calor: mantequilla, la grasa de una chuleta… Hay hasta 13 tipos de grasas saturadas y siempre que se tomen con moderación, no son malos, de hecho, hasta tienen beneficios. Existe el ácido palmítico (presente en el aceite de coco o los lácteos), el ácido esteárico (en el cacao o grasa animal), ácido laúrico y por último, el ácido mirístico que no tiene ningún beneficio para la salud.
Los alimentos tienen poder y una dieta equilibrada debe contar con hidratos, proteína y grasas. Por eso debes ponerte en manos de un buen profesional.
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