La destrucción de pruebas o la descomposición de los cadáveres complican las investigaciones. Los asesinatos han sido cometidos este año y continúan sin resolver
Casos abiertos:
Siete heridas siguen abiertas. Siete crímenes cometidos o descubiertos en 2009 en la Comunitat Valenciana continúan sin resolver. Sin castigo. Y algunos de ellos, incluso sin sospechosos en los que centrar la investigación. Estas muertes misteriosas son como espinas clavadas en el corazón de los guardias civiles y policías que se afanan en conseguir nuevas pistas tras revisar, una y otra vez, las pruebas, las indagaciones y los detalles del caso.
Los vestigios recogidos en la escena del crimen, los indicios razonables e incluso los restos biológicos no son suficientes algunas veces para detener a un sospechoso. La destrucción de pruebas por el fuego, el estado de descomposición del cadáver o la ausencia de testigos también complican las investigaciones. Por estas u otras razones, ocho asesinatos perpetrados en Pedralba, Paterna, Benifaió, Castellón, Pilar de la Horadada, Alicante y Benidorm siguen sin tener un culpable.
Las palabras de los familiares de las víctimas están llenas de dolor. Exigen resultados a los investigadores. El temor a que la muerte de su ser querido quede impune les atormenta. Su profunda aflicción les impide comprender las dificultades a las que se enfrentan algunas veces los agentes del Grupo de Homicidios y la Policía Científica.
La viuda de José Fernández habla en un tono sereno y pausado a pesar de que todavía no ha conseguido asimilar el horrendo crimen de su marido. Las hojas del calendario pasan muy lentas en su humilde hogar de Paterna.
Las noches y los días son más largos para esta mujer desde que la Guardia Civil identificó el cadáver de su esposo. A Isabel Heredia se le enmudecen los ojos cuando saca de un cajón un retrato de su marido. La mujer sujeta con sus manos temblorosas la fotografía ampliada y la levanta para esconderse detrás. «A mí no me saquéis en el periódico», dice cariacontecida.
El cadáver de José Fernández apareció semienterrado el 14 de septiembre de este año en un paraje cercano al antiguo polvorín de Ribarroja. Su esposa denunció su desaparición el 8 de noviembre de 2008. Cuando piensa en el último día que vio con vida a José, su rostro denota tristeza, impotencia y rabia. «Le llamaron por teléfono a las siete de la tarde, y bajó a la calle para hablar con alguien», recuerda Isabel. «Ya nunca más supe nada de él. Es muy duro cuando te enteras que a tu marido lo han matado y enterrado en el monte como si fuera un perro», añade la viuda.
El asesinato de Mari Carmen Ortiz Quiles en Pedralba es otro de los crímenes cometidos este año que aún no ha podido esclarecer la Guardia Civil. La mujer de 55 años murió de una paliza descomunal en su casa. El cadáver fue hallado sobre la una de la madrugada del 24 de mayo. Dos policías locales, alertados por una amiga de la víctima, entraron en la vivienda de Mari Carmen tras encontrar la puerta del garaje semiabierta. Los agentes descubrieron el cuerpo desnudo y ensangrentado de la mujer junto a su cama.
De inmediato, salieron de la escena del crimen y prohibieron a los familiares entrar en la casa. La intención no era otra que preservar las pruebas, huellas y otros vestigios que horas más tarde recogieron los agentes del laboratorio de criminalística de la Guardia Civil.
Seis meses después del asesinato, la investigación se centra sobre varios sospechosos. Antonio Fambuena, primo de la víctima, ha hablado varias veces con los guardias civiles del Grupo de Homicidios. «Me dijeron que no son los hombres de Paco, pero tampoco agentes del CSI», ironiza el vecino de Pedralba.
Los otros cinco casos sin resolver son los apuñalamientos mortales de dos jóvenes cuyos cuerpos aparecieron en Castellón y Pilar de la Horadada, el crimen descubierto en un pozo de Alicante y los cadáveres calcinados de dos hombres en Benidorm y Benifaió.