La sangre ya ha comenzado a correr en Valencia. Las bandas latinas asentadas en la Comunitat viven tiempos hostiles. Ya no son aquellos Latin King y Ñetas que protagonizaron peleas multitudinarias y sufrieron el acoso policial y judicial hace varios años, sino una segunda generación de grupos violentos que vuelven a las andadas. Son los llamados Siempre Solos, Royal Family, NTN, Blood, Black Dog o Full Corner, pandillas que se encuentran en el punto de mira de los especialistas de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

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Javier Martínez

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Cerco policial a las bandas latinas en Valencia

POR JAVIER MARTÍNEZ

La sangre ya ha comenzado a correr en Valencia. Las bandas latinas asentadas en la Comunitat viven tiempos hostiles. Ya no son aquellos Latin King y Ñetas que protagonizaron peleas multitudinarias y sufrieron el acoso policial y judicial hace varios años, sino una segunda generación de grupos violentos que vuelven a las andadas. Son los llamados Siempre Solos, Royal Family, NTN, Blood, Black Dog o Full Corner, pandillas que se encuentran en el punto de mira de los especialistas de la Policía Nacional y la Guardia Civil.

El apuñalamiento mortal del joven ecuatoriano Cristian Fernando Huanca en enero a manos de un cabecilla de los Siempre Solos, y la reciente paliza que propinaron los Blood a un menor latino han puesto en alerta a la policía en Valencia. El crimen de Cristian no es el único perpetrado en España por violentos grupos de jóvenes suramericanos. El 28 de agosto de 2009, el menor dominicano Isaac Dantés fue asesinado de un disparo en la cabeza en Madrid tras mantener una discusión en una discoteca con un grupo rival. La víctima era un cabecilla de los llamados Dominican Don’t Play (DDP), y el homicida pertenecía a los Trinitarios.

En la misma zona de ocio de Madrid, el 5 de febrero de 2006, el ecuatoriano de 25 años Ramón Emilio León Luzón murió acuchillado a manos de cinco miembros de la banda dominicana Forty Two.

Otros nombres de la crónica negra escritos con sangre latina son Ronny Tapias, Jimmy Junior Ureña, Wilson Fernando Ríos, Emiliano Guayi Chico, Walter Javier Pérez, Jesús Rafael Amaya y Freddy Medina. En total, diez vidas truncadas (siete en Madrid, dos en Barcelona y una en Valencia) desde el 28 de octubre de 2003, cuando Ronny Tapias, de 17 años de edad, murió tras ser apuñalado a la salida de un instituto barcelonés por pandilleros de los Ñetas. Los agresores confundieron a la víctima con un miembro de los Latin King. Nueve de los crímenes fueron perpetrados con armas blancas, aunque Emiliano Guayi recibió también golpes en la cabeza con un ladrillo, y un menor murió de un disparo en la cabeza. Ante este goteo de homicidios, la Policía Nacional y la Guardia Civil han aumentado la vigilancia de una decena de bandas latinas en la provincia de Valencia, donde se refugian algunos destacados cabecillas tras el acoso policial que sufren en Madrid.

Un jefe de los Latin King, Romel Vinicio P., alias ‘Kin Jordan’, ya fue detenido en febrero de 2006 en Valencia por su presunta implicación en los homicidios de Wilson Fernando y Jimmy Junior.

Pequeñas cuotas y robos

Varias de estas pandillas «sobreviven con las bajas cuotas de sus integrantes y los botines de los robos que cometen», asevera Gemma García, fiscal coordinadora de menores. En la ciudad de Valencia, la Policía Nacional ha identificado en los últimos años a un gran número de jóvenes sospechosos de pertenecer a grupos latinos violentos.

La estética de estas bandas coincide sobre todo en la indumentaria: calzado y ropa deportiva, gorras, grandes collares y prendas holgadas, algunas de ellas con sus colores representativos. Cuando los pandilleros se reúnen en los parques y plazas es habitual verlos con litronas de cerveza y porros de marihuana en sus manos. La música «hip-hop», nacida a finales de los 70 en barrios marginales de Nueva York como el Bronx, suele acompañar también sus veladas.

Cada grupo tiene un saludo diferente. Se colocan en círculo, casi tocándose los pies, y se nombran por el apodo («chapa» en su argot); muestran los dedos pulgar, índice y meñique mientras doblan los otros para formar una corona de tres puntas, el símbolo de los Latin King; o se saludan con el dedo corazón sobre el índice (el grande protege al pequeño), como hacen los Ñetas.

Pero estos gestos entre colegas y hermanos, como se llaman entre sí algunas pandillas, cambian o se entremezclan con el paso de los años, los estilos musicales -«breakdance», «reggae», «rap» y «hip-hop»- y las modas. «Muchas veces se producen escisiones por discusiones con los cabecillas de cada grupo. Pasado un tiempo, se vuelve a formar la pandilla con otro nombre o desaparece», explica un mando de la Guardia Civil

Las bandas suelen reclutar a sus miembros entre jóvenes de familias desestructuradas. La franja de edad se encuentra entre los 13 y 25 años. El absentismo escolar, la falta de integración social y el rechazo a las normas son algunas de las características que definen a los pandilleros latinos. A todo esto hay que añadir las reyertas con grupos rivales y el habitual consumo de alcohol y otras drogas. Un cóctel de factores que puede resultar letal.

El Grupo de Bandas Emergentes de la Policía Nacional detectó a principios de 2005 la existencia de las primeras pandillas latinas en la ciudad de Valencia. Estos violentos grupos comparten el mismo ambiente en canchas deportivas, parques, discotecas y fiestas multitudinarias en domicilios particulares.

Según las investigaciones policiales, la decena de bandas que actúan en la provincia de Valencia se agrupan en torno a dos tendencias: los Latin King y los Ñetas. Estos pandilleros adoptan algunas características comunes, un nombre, unas siglas o una forma de saludar, pero no tienen una organización sólida. Así, los Siempre Solos, Royal Family y Blood, entre otros grupos detectados en Valencia, mantienen una cierta cohesión en sus acciones, pero no tienen un reparto claro de funciones o una jerarquía evidente como los Latín Kong de Madrid o Barcelona.

El fenómeno de las bandas latinas se importó en España de algunos países suramericanos, donde la enemistad entre los Ñetas y los Latin King es muy antigua. Esta rivalidad también se ha heredado en Valencia, y la sola pertenencia a un grupo afín a una de las dos tendencias supone convertirse en enemigo natural de la otra banda.

La mayoría de las pandillas de Valencia están formadas por ecuatorianos o colombianos. La Policía Nacional y la Guardia Civil han identificado y fichado a un gran número de jóvenes en los últimos años por su participación en peleas y robos que tenían el sello de los grupos latinos.

Sobre el autor

Javier Martínez Fernández nació en Granada, aunque reside en Valencia desde que tenía ocho años. Hijo de padres jienenses (naturales de Beas de Segura), también vivió en Almuñécar, Pilar de la Horadada y Elche. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, redactor del periódico Las Provincias desde 1989 y colaborador de varios programas de televisión y radio. Es un apasionado de su profesión pero a veces se queja de que le toca bailar con la más fea: la crónica negra. Desde que se especializó en la crónica de sucesos, ha participado en tres seminarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera (como ponente y organizador) sobre el periodismo de sucesos, es coautor de cuatro libros de formación para policías y guardias civiles, fue profesor del Máster de Periodismo de Las Provincias-CEU Universidad Cardenal Herrera y conferenciante en el Coloquio Internacional para una Comunicación Libre de Violencia celebrado en México en 2010. El autor de este blog ha intervenido también en numerosos programas de televisión y radio ('Horizonte', 'Espejo Público', 'Más vale tarde', 'Cuarto Milenio', 'Equipo de Investigación', 'Bona vesprada', 'Informe DEC', 'Sabor a ti', 'Esta noche cruzamos el Mississipi', 'Milenio 3', 'Abierto a Mediodía' y 'El rastro del crimen') y publicó 30 reportajes en la revista especializada 'Así son las cosas' entre 2003 y 2007.


marzo 2010
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