Las herramientas que utilizaron los bomberos.

Que los anillos oprimen algunas veces los dedos es algo de sobra conocido, pero todos los días no se movilizan seis bomberos para cortar un pequeño aro de acero. Sucedió sobre las seis y media de la tarde de ayer en el Hospital General de Valencia.

Un hombre llamado Ramón, de 47 años de edad y vecino de Torrent, entró en el servicio de urgencias con un dedo amoratado y muy hinchado tras pillarse la mano derecha con una puerta. La inflamación le infligía un dolor añadido por la presión que ejercía el anillo.

La víctima, desesperada porque no conseguía sacar el aro de su dedo anular, acudió al hospital para pedir auxilio. Antes, en casa, el hombre intentó varias veces extraer el anillo tras mojar el dedo con agua y embadurnarlo con jabón.

Todos sus esfuerzos fueron inútiles. El hinchazón aumentó. El vecino de Torrent se puso nervioso y decidió poner su anular en manos de los médicos del Hospital General.

Pero los sanitarios tampoco pudieron sacar el pequeño aro. Extendieron una crema en la zona inflamada del dedo, aplicaron gel en las falanges y tiraron con suavidad del anillo. Tampoco consiguieron extraerlo.

Tras varios intentos fallidos, el jefe del servicio de urgencias decidió que había que avisar a los bomberos. Un equipo de salvamento del parque Oeste acudió con herramientas para cortar el anillo de acero. Mientras tanto, en el hospital, algunos sanitarios tenían que hacer verdaderos esfuerzos para aguantar las risas delante del paciente.

La situación era rocambolesca. El Servicio Municipal de Bomberos de Valencia se había movilizado por un pequeño aro que se resistía a salir y el hinchazón de un anular.

Cuando los seis bomberos llegaron al servicio de urgencias, la víctima estaba en un bóxer. Los bomberos dialogaron y bromearon con el hombre para tranquilizarlo durante los 10 minutos aproximadamente que duró la intervención.

Uno de los bomberos cogió la mano del paciente, otro sujetó el anillo con unos alicates y el cabo Leo Sala cortó el aro con una pequeña radial. La maniobra se hizo de forma lenta para que el hombre no sufriera ningún riesgo.

Tras liberar su dedo, el rostro cariacontecido del vecino de Torrent se transformó en un semblante alegre. La víctima agradeció a los bomberos su asistencia y prometió que ya no se pondría más anillos en sus dedos. Y es que llevaba otras seis sortijas repartidas por sus dos manos.