La avaricia de los llamados estafadores nigerianos parece que no rompe el saco. Cada día, los guardias civiles y policías expertos en delitos telemáticos detectan en la Comunitat Valenciana un correo electrónico o una carta de un conocido timo. El mensaje está dirigido a un incauto que intenta conseguir una gran cantidad de dinero sin apenas realizar esfuerzo.

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Javier Martínez

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El falso premio de la lotería y la herencia que nunca existió

Por Javier Martínez

 (17 de junio de 2010) 

La avaricia de los llamados estafadores nigerianos parece que no rompe el saco. Cada día, los guardias civiles y policías expertos en delitos telemáticos detectan en la Comunitat Valenciana un correo electrónico o una carta de un conocido timo. El mensaje está dirigido a un incauto que intenta conseguir una gran cantidad de dinero sin apenas realizar esfuerzo. 

Las variantes más habituales de esta modalidad de fraude consisten en una herencia millonaria que pretenden trasladar a España, un premio de la lotería nigeriana, una donación o un contrato de obras públicas. 

Las víctimas reciben mensajes en su correo electrónico o una carta por correo ordinario de una supuesta persona adinerada -residente en Nigeria, Sierra Leona, Ghana, Costa de Marfil u otro país africano-, que busca un intermediario para trasladar una gran suma de dinero a España. Otras veces contactan con un empresario ingenuo para informarle de que ha sido agraciado con un premio millonario a pesar de que no ha participado en ningún sorteo. 

En todas las modalidades de este timo, la persona estafada paga una cantidad de dinero en concepto de impuestos, aranceles, tasas o cualquier otro trámite, para poder cobrar una fortuna que nunca recibe. 

Los timadores facilitan a su víctima una cuenta bancaria o solicitan una transferencia a través de una empresa de envío de dinero. Es frecuente también que los estafadores utilicen los logotipos de empresas aseguradoras o entidades bancarias de prestigio, e incluso de algún Ministerio de un país africano, con el fin de garantizar la autenticidad del mensaje. 

Si la persona que recibe el correo electrónico no pica el anzuelo y argumenta que no ha participado en ninguna clase de sorteo, le explican que ha sido seleccionada al azar entre los visitantes de una web o le dan otra aclaración similar. 

El único requisito que hace falta para cobrar el cuantioso premio de la lotería es el pago del falso tributo. Una vez que la víctima realiza el ingreso o la transferencia, el dinero pasa a engrosar los bolsillos de los timadores y se consuma la estafa. 

Cuando el ciudadano o empresario incauto descubre la estafa e intenta recuperar su dinero, ya es demasiado tarde. La víctima no puede contactar con los timadores. Los teléfonos y números de fax que aparecen en los correos electrónicos se corresponden con móviles con tarjeta de prepago. 

Las cartas nigerianas tienen diferentes modalidades. Las más conocidas son el falso premio de la lotería o la herencia de un familiar, pero otra versión del timo es la que ofrece un trabajo en España en condiciones muy ventajosas. Cualquier argumento es válido para captar la atención de sus posibles víctimas. 

“Antes de su muerte, mi cliente depositó 20 millones de dólares que legalmente le pertenecen…” Así comienza una carta donde el estafador propone a la víctima que colabore en el “rescate” de esa suma de dinero a cambio de un suculento porcentaje. 

La dinámica delictiva en todos los casos es similar. Para conseguir el premio o el trabajo es necesario siempre anticipar una cantidad de dinero para abonar tasas, gastos notariales, certificados o gestionar tarjetas de residencia, empadronamientos u otros trámites. 

Estos grupos organizados están integrados por varias personas que asumen distintos roles para dar fiabilidad al relato que se intenta hacer creer a la víctima. Además, cuentan con un grupo de falsificadores que aportan supuestos documentos de Loterías y Apuestas del Estado, ayuntamientos o registros oficiales, o de cualquier tipo para dar credibilidad a su increíble historia. 

La imaginación de algunos estafadores no tiene límites. Prueba de ello fue la historia que inventó un timador senegalés en 2009 para apoderarse de 5.000 euros de un ciudadano estadounidense. La víctima viajó a Valencia para cobrar una herencia de ocho millones de dólares, pero la policía descubrió que el ingente patrimonio no existía y detuvo al farsante. 

Todo empezó cuando el estafador africano se hizo pasar por el abogado de una víctima del tsunami que causó más de 300.000 muertos en el sureste de Asia en 2.004. El embaucador contactó con un familiar de la persona fallecida a la que supuestamente representaba. 

A través de diferentes correos electrónicos, el falso letrado informó al ciudadano estadounidense de que era el único beneficiario de una herencia de más de ocho millones de dólares. En uno de estos mensajes, el timador instó a la víctima a viajar a Valencia para cobrar la fortuna. 

Las investigaciones se iniciaron cuando la Policía Nacional tuvo conocimiento de que un hombre había viajado a la ciudad de Valencia desde Estados Unidos para gestionar una dudosa herencia. Esta persona explicó a los agentes que tenía que reunirse con el abogado de un familiar suyo que había fallecido en el tsunami de 2004. 

Tras realizar diversas gestiones, la policía consiguió una tarjeta del citado letrado y averiguó que el sospechoso no pertenecía a ningún colegio de abogados. Además, el domicilio que figuraba en el documento tampoco existía. 

Poco después, los agentes fueron informados de que el falso letrado concertó una cita con el ciudadano estadounidense en un hotel de Valencia. El timador pidió a la víctima que llevara una tarjeta de crédito para pagar 5.000 euros, los gastos del trámite de la herencia millonaria. Ante la evidencia de que se trataba de una estafa, los policías establecieron un dispositivo de vigilancia en torno al hotel. El operativo permitió detener al falso letrado cuando se dirigía junto con el ciudadano estadounidense a una entidad bancaria. 

En junio de 2008, la Policía Nacional logró desarticular en la provincia de Valencia una de las principales redes de estafadores africanos que actuaban en España y el extranjero. Tras varios meses de investigaciones y escuchas telefónicas, los agentes de la Policía Nacional arrestaron a 60 presuntos miembros de la organización delictiva. 

En la operación, que fue coordinada por un juzgado de Madrid, los policías intervinieron importante documentación que probaba la participación de estos individuos en numerosas estafas. 

Los detenidos fueron acusados de estafa, asociación ilícita y falsificación de documentos, entre otros delitos. En las investigaciones participaron también agentes del FBI, ya que algunas de las víctimas de los timos residen en Estados Unidos.

Sobre el autor

Javier Martínez Fernández nació en Granada, aunque reside en Valencia desde que tenía ocho años. Hijo de padres jienenses (naturales de Beas de Segura), también vivió en Almuñécar, Pilar de la Horadada y Elche. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, redactor del periódico Las Provincias desde 1989 y colaborador de varios programas de televisión y radio. Es un apasionado de su profesión pero a veces se queja de que le toca bailar con la más fea: la crónica negra. Desde que se especializó en la crónica de sucesos, ha participado en tres seminarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera (como ponente y organizador) sobre el periodismo de sucesos, es coautor de cuatro libros de formación para policías y guardias civiles, fue profesor del Máster de Periodismo de Las Provincias-CEU Universidad Cardenal Herrera y conferenciante en el Coloquio Internacional para una Comunicación Libre de Violencia celebrado en México en 2010. El autor de este blog ha intervenido también en numerosos programas de televisión y radio ('Horizonte', 'Espejo Público', 'Más vale tarde', 'Cuarto Milenio', 'Equipo de Investigación', 'Bona vesprada', 'Informe DEC', 'Sabor a ti', 'Esta noche cruzamos el Mississipi', 'Milenio 3', 'Abierto a Mediodía' y 'El rastro del crimen') y publicó 30 reportajes en la revista especializada 'Así son las cosas' entre 2003 y 2007.


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