Daños causados por un coche bomba en Gandia en la madrugada del día 18 de marzo de 2001.
Las heridas abiertas por ETA en la Comunitat Valenciana van mucho más allá de las nueve vidas truncadas en cinco atentados y la muerte de una terrorista al estallar el explosivo que manipulaba. Al margen de las circunstancias de cada acción criminal con heridos o con víctimas mortales, las vidas de los supervivientes, así como de las viudas, hijos y padres de quienes no sobrevivieron, quedaron marcadas por el horror.
Los familiares de José Edmundo Casañ, Manuel Broseta, Francisco Cebrián, José Luis Jiménez, Víctor Puerta, Josefina Corresa, Clément Perret, Cecilio Gallego y de la niña Silvia Martínez han revivido sus tragedias cada vez que ETA se cobraba una nueva víctima. Cada vez que la banda terrorista escribía su historia con sangre inocente.
Sus vidas cambiaron tras perder a sus seres queridos. Nunca más volvieron a ser los mismos, igual que los familiares de otros 18 guardias civiles, policías y militares valencianos asesinados por ETA fuera de la Comunitat Valenciana.
La banda terrorista ha atentado hasta en 50 ocasiones en la Comunitat desde el año 1979. En la mayoría de los casos, ETA apuntó contra intereses turísticos. En estos 32 años, los terroristas causaron casi un centenar de víctimas: 86 heridos de diversa consideración y nueve personas asesinadas, según los datos recopilados por LAS PROVINCIAS. También murió la etarra Olaia Castresana, el 24 de julio de 2001, en una explosión en un apartamento de Torrevieja cuando manipulaba dinamita.
La primera víctima mortal de ETA en la Comunitat fue el empresario francés Clément Perret, presunto miembro de los GAL. El 16 de agosto de 1985, el etarra Henri Parot y otro terrorista entraron en la pizzería que regentaba Perret en Castellón y se hicieron pasar por clientes para descerrajarle varios tiros en el pecho y la cabeza.
El atentado más sangriento en la Comunitat fue perpetrado el 16 de septiembre de 1991 en Mutxamel. Un guardia civil retirado y propietario de la grúa municipal, Francisco Cebrián, y los policías locales José Luis Jiménez y Víctor Puertas fallecieron al explotar el coche bomba que trasladaban a un depósito de vehículos.
Toda España quedó conmocionada el 15 de enero de 1992. El catedrático de Derecho Mercantil de la Universitat de Valencia, Manuel Broseta, murió tiroteado por la espalda en los jardines de la avenida de Blasco Ibáñez en Valencia.
Un año antes, el 4 de marzo de 1991, José Edmundo Casañ, delegado de la empresa Ferrovial -relacionada con la construcción de la autovía de Leizarán- era asesinado en su oficina en Valencia. Dos pistoleros encapuchados de ETA obligaron a los empleados a tumbarse en el suelo, y preguntaron por José Edmundo. Uno de los trabajadores les acompañó hasta su despacho y, sin mediar palabra, los terroristas le dispararon en la cabeza a corta distancia. José Edmundo Casañ Pérez-Serrano, de 42 años de edad, era valenciano e Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Estaba casado y tenía tres hijos.
El atentado contra Casañ fue obra del comando Ekaitz de ETA, responsable del asesinato de diez personas en seis meses. El grupo estaba integrado por Fernando Díez Torres (condenado a 38 años de prisión por facilitar la infraestructura para cometer el asesinato), José Luis Urrusolo Sistiaga (condenado a 45 años de cárcel por el asesinato de José Edmundo), Idoia Martínez García, Juan Jesús Narváez Goñi e Itziar Alberdi.
El 16 de diciembre de 1995, Josefina Corresa murió y otras 11 personas resultaron heridas por la explosión de un artefacto en unos grandes almacenes en el centro de Valencia. El último atentado con víctimas mortales en la Comunitat tuvo lugar en Santa Pola. El primer domingo de agosto de 2002 explotaba un coche bomba frente a la casa cuartel de la Guardia Civil y segaba las vidas de Cecilio Gallego y la niña Silvia Martínez.
Pero también hubo zarpazos fallidos de la banda terrorista. La detención de cinco etarras en mayo de 2002 en Francia abortó la comisión de cinco atentados, cuyos preparativos estaban muy avanzados, en el aeropuerto de Manises, un hotel de Valencia, el parque Terca Mítica, el puerto deportivo de Vinaròs y un barco que unía Dénia con las Islas Baleares.