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Javier Martínez

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Crímenes mafiosos y cadáveres que flotan

 

El mar y la muerte se dieron la mano en una foto tomada en una playa de Orihuela. La tétrica imagen dio la vuelta al mundo por su atrocidad. Un cadáver dentro de un saco industrial y envuelto con cinta adhesiva de color negro. Espeluznante. Una víctima de un ajuste de cuentas. Una víctima de la delincuencia organizada. Y una víctima de los policias ‘full’, individuos que se hacen pasar por agentes de la autoridad. Tres víctimas en una.

 

Cadáver hallado en una playa de Orihuela. Foto VegaBajaDigital.com

 

El macabro hallazgo tuvo lugar el 29 de marzo. La Guardia Civil inició una investigación que permitió identificar al hombre asesinado: Francis Brennan, un joven británico que había huido de la justicia de su país para eludir una condena por un apuñalamiento en un concierto de Swedish House Mafia en Milton Keynes.

El fugitivo, de 25 años de edad, llegó a la provincia de Alicante a finales del año pasado. Semanas después, el 24 de enero, sus padres y su novia denunciaron su desaparición. Una llamada telefónica les informó de que Brennan había sido detenido en Xàbia por la Guardia Civil. Cuando la familia contactó con las autoridades españolas descubrió que el joven había sido secuestrado por tres falsos policías.

Según las primeras investigaciones policiales, el cadáver pudo ser arrojado al mar con una pieza metálica o bloque de cemento atado con el fin de hundirlo, pero se soltó y las corrientes marinas arrastraron el cuerpo hasta la playa de La Zenia en Orihuela. La víctima estaba maniatada y tenía una herida en la cabeza. Los padres de Brennan le recomendaron que regresara a Reino Unido, y su novia viajó en diciembre a Xàbia con la intención de convencerlo para que volviera a su país, aunque no lo consiguió. Ahora, la familia llora su muerte y pide justicia.


Un ataúd flotante en Cullera


El asesinato del joven británico trae a la memoria otros dos crímenes cometidos en la provincia de Valencia que continúan sin resolver. A finales de abril de 2005 apareció el cadáver de un hombre en avanzado estado de descomposición dentro de una bañera con tierra, poliuretano, cuerdas, fango y plásticos. El sanitario estaba parcialmente sumergido en una acequia cerca de la zona del Faro de Cullera. El escaso caudal detuvo el ataúd flotante junto a unas piedras que forman la pared del canal. La bañera llevaba alrededor de un mes flotando en el agua. Los restos humanos fueron descubiertos por un agricultor.


Levantamiento del cadáver hallado en una bañera en una acequia de Cullera. Foto Francisco García.

Los asesinos mataron al hombre de dos disparos en la cabeza y el tórax, según el informe de la autopsia. Luego le cortaron las manos al cadáver, una práctica mafiosa para evitar la identificación, antes de arrojarlo a la acequia. Los investigadores de la Guardia Civil de Valencia identificaron a la víctima, un magrebí que utilizaba varias identidades, tras un minucioso análisis de su dentadura, y averiguaron que fue asesinada por una organización criminal cuyos integrantes huyeron a Francia.

 

El asesinato de Raúl Oller

El asesinato de Raúl Oller, el joven de Cullera cuyo cadáver apareció encadenado a unos bloques de cemento en el río Júcar, sigue siendo un rompecabezas macabro para los investigadores de la Guardia Civil. Los resultados de las pruebas de ADN exculparon al único imputado por el crimen. El cuerpo de la víctima fue hallado el 5 noviembre de 2007. Un pescador divisó el cadáver semihundido en el Júcar a su paso por el término de Cullera.

El joven fue asesinado de dos disparos con una escopeta del calibre 12. Los forenses encontraron plomos y restos de los cartuchos en el cuerpo. El Grupo de Homicidios de la Guardia Civil centró sus investigaciones en un asunto turbio relacionado con el mundo de las drogas. A pesar de que la víctima no tenía antecedentes policiales, Raúl trapicheaba presuntamente con sustancias estupefacientes, según los testimonios de varios amigos.

El asesino o los asesinos del vecino de Cullera intentaron que su cuerpo nunca apareciera. Por ello, encadenaron sus pies a tres bloques de cemento y arrojaron el cadáver al río Júcar. La víctima estaba vestida y no llevaba su documentación. La Guardia Civil investigó el círculo de amistades de Raúl Oller, reconstruyó sus últimas horas de vida (desde que fue visto por última vez en un supermercado de Cullera hasta que aparcó su coche en Sollana) y detuvo a José Antonio R. C., que entonces tenía 22 años, como presunto autor del crimen. Los restos de sangre hallados en su casa, concretamente en una puerta, una toalla y unas botas de agua, parecían pruebas suficientes para incriminar al sospechoso. Además, el sospechoso disponía de un embarcadero cerca de donde apareció el cadáver.

Apenas unos días después de su ingreso en la cárcel de Picassent, el acusado salió en libertad provisional tras pagar una fianza de 24.000 euros. Desde entonces comparecía cada cierto tiempo como imputado en el juzgado de instrucción número 4 de Sueca, encargado de la investigación del asesinato, hasta que los resultados de las pruebas de ADN lo exculparon. El informe del laboratorio de criminalística de Madrid era tan conciso como revelador. Los restos de sangre que la Guardia Civil halló en la casa del detenido no eran de Raúl Oller.

Según las investigaciones, tanto José Antonio como Raúl trapicheaban presuntamente con estupefacientes, y el sospechoso debía dinero a su víctima. Varias personas del entorno de los jóvenes eran conscientes de que existía esta deuda económica, sin embargo la atribuían a la compra de una moto acuática, y no a un asunto relacionado con las drogas.Además de los restos de sangre hallados en la vivienda del detenido, los investigadores encontraron en la casa dos escopetas y bloques de cemento similares a los que se utilizaron para hundir a la víctima en el río.

Y no era la primera vez que José Antonio era relacionado con un crimen. Su propio padre, Antonio R. F., murió asesinado a disparos en diciembre de 2004. Ya entonces fue interrogado, pero no detenido. Sucedió en una pequeña casa de campo situada en la partida de les Basses en Cullera, muy cerca de la playa de Tavernes de la Valldigna.

En 2004 se investigó otro caso similar al de Brennan en Torrevieja. El cadáver de un hombre apareció en el fondo del mar con una mano atada a un molde de hormigón. Parecía que se trataba de un crimen, pero finalmente los investigadores de la Guardia Civil descubrieron que la víctima se suicidó.

 

Sobre el autor

Javier Martínez Fernández nació en Granada, aunque reside en Valencia desde que tenía ocho años. Hijo de padres jienenses (naturales de Beas de Segura), también vivió en Almuñécar, Pilar de la Horadada y Elche. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, redactor del periódico Las Provincias desde 1989 y colaborador de varios programas de televisión y radio. Es un apasionado de su profesión pero a veces se queja de que le toca bailar con la más fea: la crónica negra. Desde que se especializó en la crónica de sucesos, ha participado en tres seminarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera (como ponente y organizador) sobre el periodismo de sucesos, es coautor de cuatro libros de formación para policías y guardias civiles, fue profesor del Máster de Periodismo de Las Provincias-CEU Universidad Cardenal Herrera y conferenciante en el Coloquio Internacional para una Comunicación Libre de Violencia celebrado en México en 2010. El autor de este blog ha intervenido también en numerosos programas de televisión y radio ('Horizonte', 'Espejo Público', 'Más vale tarde', 'Cuarto Milenio', 'Equipo de Investigación', 'Bona vesprada', 'Informe DEC', 'Sabor a ti', 'Esta noche cruzamos el Mississipi', 'Milenio 3', 'Abierto a Mediodía' y 'El rastro del crimen') y publicó 30 reportajes en la revista especializada 'Así son las cosas' entre 2003 y 2007.


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