El bloque de viviendas sociales Grupo Ruiz Jarabo, situado en la zona de ampliación de la avenida de Blasco Ibáñez en Valencia y, por ende, unas fincas destinadas al derribo en el plan de protección y reforma del Cabanyal, se ha convertido en los últimos años en un gueto con más de 50 pisos ocupados ilegalmente y sin apenas espacios comunes.
Construidos en los años 50 por el arquitecto Antonio Tatay, en estos bloques de seis alturas con 168 viviendas residían trabajadores portuarios, pero ahora en la mayoría de estas casas viven familias marginadas que derribaron la puerta a patadas, y sólo unas 40 aproximadamente mantienen la concesión inicial.
Cuando entras en cualquiera de estas fincas te das cuenta de que Valencia vive de espaldas al mar. La incertidumbre y vulnerabilidad se dan la mano todos los días en esta barriada. Casi todos los días, la policía acude a estos bloques para entregar una citación judicial, averiguar el domicilio de un sospechoso, realizar un informe de defraudación de fluido eléctrico o mediar en una disputa familiar.
Mientras el controvertido proyecto de la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez sigue siendo eso, un plan urbanístico, los vecinos del Grupo Ruiz Jarabo echan de menos a las caravanas electorales que recorren las calles de la ciudad de Valencia. El patriarca de los bloques de viviendas tiene razón cuando dice que no hay partido político que se atreva a pedir el voto en este gueto.
También los periodistas tenemos que hacer autocrítica y denunciar más estas desigualdades sociales. El autor del vídeo de este post (servidor) no sabía ni cómo se llaman estos edificios cuando grabó las imágenes con su teléfono móvil: “Estamos en los bloques Luis Jarabo….” Perdón, perdón y perdón.
Una de las pocas personas que se ha preocupado por esta barriada es el arquitecto valenciano David Estal, que presentó hace años un proyecto para la revitalización de estos pisos y su transformación en una residencia universitaria. Su propuesta consiste en restaurar estos edificios del Cabanyal, en lugar de derribarlos, para convertir las viviendas en 144 habitaciones de estudiantes, adecentar los espacios comunes y abrir establecimientos comerciales en las plantas bajas.