Alfonso Benito mató a cuchilladas a su hijastro de 10 años mientras la madre del niño abría la puerta a la Guardia Civil. Carlos y Cristina, de 7 y 14 años, respectivamente, fueron apuñalados antes de que el fuego devorase sus cuerpos ensangrentados en una casa de campo. Ellos son tres de los seis menores asesinados el año pasado en la Comunitat Valenciana. Los crímenes se han recrudecido en 2015 con 41 víctimas.
Desde el 12 de enero, cuando Luis C. mató a su expareja y su excuñada en Elche, son ya 41 las personas asesinadas, 14 de ellas con armas blancas, en diferentes ciudades y pueblos de la Comunitat Valenciana. Por provincias, Alicante figura a la cabeza de esta estadística criminal con 25 víctimas; mientras que en la ciudad de Valencia murieron siete personas, cinco de ellas acuchilladas; en Serra falleció Dolores Moya González, de 45 años, en un incendio intencionado; en Llíria fueron asesinadas tres personas (dos mujeres en un crimen machista y un vecino al recibir una paliza durante un robo en su chalé); y un joven de 20 años murió de un disparo en el asalto a una plantación de marihuana en Palma de Gandia.
En la provincia de Castellón se registraron cuatro homicidios. El 29 de enero, José Vicente I. P., de 43 años, se desnucó al recibir un empujón durante una pelea en la Vall d’Uixó. Antonio Valls, exalcalde de Ribesalbes, murió el 27 de agosto tras ser atropellado con un coche de forma intencionada por un vecino. La tercera víctima, una mujer de 45 años, fue acuchillada por su hijo el 23 de junio en su domicilio en Vinaròs. El joven de 20 años prendió fuego a la casa días después para destruir las pruebas que le incriminaban, pero la Guardia Civil lo detuvo tras una investigación. Y en Benicàssim, un hombre de 57 años murió el 16 de diciembre en un incendio presuntamente intencionado.
Los crímenes de violencia de género también han aumentado y el número de víctimas, 13 mujeres de entre 36 y 70 años de edad, duplica la cifra que se registró en todo 2014 a pesar de los programas de prevención de violencia machista, las órdenes de alejamiento y los protocolos policiales de protección. En 2014, seis mujeres murieron en la Comunitat asesinadas por sus compañeros sentimentales o exparejas, y cinco de esos crímenes se produjeron en la provincia de Alicante.
Según la estadística de homicidios de los últimos años, una persona muere de forma violenta cada diez días en la Comunitat Valenciana, aunque «el ánimo de matar no responde a parámetros matemáticos», afirma el psiquiatra forense José Carlos Fuertes. A pesar del aumento de la criminalidad este verano, el número de homicidios y asesinatos ha descendido un 46 por ciento en la última década. El año pasado terminó con 32 crímenes frente a las 60 muertes violentas que se registraron en 2004 en las provincias de Valencia, Alicante y Castellón. «Sabemos con fiabilidad que la reducción de actos criminales no está condicionada a la dureza de las penas, salvo en los delitos contra la seguridad vial, donde sí se ha podido demostrar esta influencia», asevera el experto en Medicina Forense.
2002, un año sangriento
El profesor de Criminología de la Universitat de Valencia, Vicente Garrido, relaciona el descenso de asesinatos con «una menor actividad de la delincuencia organizada» tras recordar que 2002 fue un año sangriento en la Comunitat con 75 víctimas. En los primeros años del nuevo milenio se afincaron en la provincia de Alicante un gran número de grupos mafiosos responsables de numerosas muertes violentas. La sangre que se derramó en aquella época obligó al Gobierno a crear en Benidorm y Orihuela dos subsedes del Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (GRECO) de la Policía Nacional. Estas unidades fueron desmanteladas en 2012, aunque algunos de sus integrantes reforzaron luego los grupos locales de Policía Judicial.
Pero la terrible lacra de la violencia machista se cobró la vida también de cuatro niños. El pasado 30 de junio, Carlos Alberto Soler, de 37 años, mató a cuchilladas a su hijo de siete años y a su hijastra de 14 en una casa de campo en el término de La Vila Joiosa. El asesino acabó también con la vida de su madre, que tenia numerosas heridas de arma blanca. Luego prendió fuego a la vivienda y se suicidó. Los investigadores creen que la mujer de 64 años intentó proteger a los niños y se enfrentó a su hijo. Esto explicaría los múltiples cortes que contabilizaron los forenses en su cuerpo. Los menores fueron apuñalados por la espalda. Sus cadáveres estaban juntos en una habitación cuando los descubrieron los bomberos. Carlos Alberto, que estaba a punto de firmar el divorcio, premeditó el triple crimen para causar un gran daño a su exmujer. Antes de los asesinatos, envió una carta a varios vecinos donde explicaba los motivos que le empujaron a matar a los niños. «Yo no podía soportar que mis hijos se criaran con esta víbora», escribió.
Otro de los crímenes que causó una gran conmoción fue el apuñalamiento de un niño de 10 años en Torrevieja por el novio de su madre. Tumbado en el suelo del dormitorio y sangrando por varias heridas. Así encontró la Guardia Civil al pequeño Patrick el 4 de mayo. Los agentes intentaron derribar la puerta de la casa al oír los gritos del pequeño, pero no pudieron evitar su muerte.
«Matar a un niño es siempre una respuesta extrema de venganza hacia la pareja o expareja», asegura el psicólogo y escritor Vicente Garrido. «Estos asesinos tienen profundas carencias emocionales, sin necesidad de presentar una enfermedad mental propiamente dicha, y esto les impide desarrollar un amor maduro y un vínculo sano con su familia», añade Garrido.
El psiquiatra forense José Carlos Fuertes agrega que estos crímenes los suelen cometer personas «con acusados desequilibrios psíquicos y alteraciones severas de la personalidad». Los expertos también detectan más violencia contra los niños «en casos de divorcios contenciosos», precisa Fuertes, y cuando el maltratador consume sustancias estupefacientes.
El 16 de marzo, un trabajador encontró el cadáver de un bebé de pocas semanas en la planta de reciclaje de basura de Villena. Siguiendo el protocolo en este tipo de investigaciones criminales, la Guardia Civil revisó los últimos registros de entrada de residuos en la planta, con especial interés en la zona donde estaban los restos del menor, y realizó indagaciones en hospitales y centros de salud sobre atenciones a embarazadas o mujeres con síntomas de haber dado a luz recientemente.
Familiares de la niña asesinada en la calle Tomás de Villarroya en Valencia. Foto de Jesús Montañana.
Otro doble crimen se cobró la vida de una niña de 10 años y su abuela, ambas de nacionalidad china, el 28 de agosto en una vivienda de la calle Tomás de Villarroya en Valencia. La Policía Nacional detuvo horas después en Castellón a una joven esquizofrénica, tía de la niña asesinada, por acuchillar hasta la muerte a su dos familiares.
Catorce de las 41 víctimas de este año fueron asesinadas con armas blancas, cinco murieron por disparos –dos mujeres en Llíria, un matrimonio británico en Xaló y un joven de 20 años en Palma de Gandia–, dos hermanas fallecieron al ser golpeadas con una barra de hierro y otra murió ocho días después del sartenazo que le propinó en la cabeza su marido en el domicilio familiar en Xàbia. La asfixia, un atropello intencionado o una paliza acabaron con la vida del resto de víctimas, según las investigaciones policiales.
Tres de los asesinos se suicidaron. Luis C. se ahorcó tras golpear con un hierro y matar a su expareja y a su excuñada en Elche; Carlos Alberto Soler murió en el incendio que causó después de acuchillar a su madre, su hijo y su hijastra en La Vila Joiosa; y un hombre de nacionalidad polaca se suicidó en Torrevieja tras matar a su mujer y a su hija de nueve meses. El concejal de Serra acusado de asesinar a su esposa también se quitó la vida horas después de ser encarcelado.
De las 41 víctimas cuatro murieron a manos de sus hijos en La Vila Joiosa, Vinaròs, Valencia y Elche. El 23 de junio de este año, una mujer de 45 años murió al ser acuchillada por su hijo en su domicilio en Vinaròs. El joven de 20 años ocultó el cadáver e incendió la casa una semana después para destruir las pruebas que le incriminaban, pero la Guardia Civil lo detuvo tras una investigación. El 4 de octubre de 2015, un esquizofrénico de 46 años mató a cuchilladas a su padre en el domicilio familiar en Elche y luego llamó por teléfono a la policía para confesar el crimen.
En este balance criminal no está incluido el crimen de Rosemary, una mujer británica que desapareció en extrañas circunstancias y cuyo cadáver fue encontrado el 10 de marzo de 2015 en un solar de Algorfa. La Guardia Civil detuvo al marido de la víctima después de que confesara que mató a bastonazos a su esposa en septiembre de 2014. La víctima tenía 76 años y residía San Miguel de Salinas.