Por Javier Martínez
Lucha sin cuartel por tierra y por aire contra el cultivo de marihuana. Con esta premisa, la Guardia Civil recoge su particular cosecha en plantaciones ilegales, invernaderos clandestinos, terrazas, patios interiores e incluso balcones. La operación Hoja Verde (nombre ficticio) se salda todos los años por estas fechas con miles de plantas quemadas y decenas de detenidos.
¿Pero cómo localiza la Guardia Civil estos cultivos prohibidos en lugares recónditos? Un helicóptero del instituto armado sobrevuela diariamente la Comunitat Valenciana en busca de plantaciones de «maría». Los vuelos, la mayoría de ellos programados, se realizan en aquellos términos donde la Guardia Civil sospecha que podría haber cultivos de marihuana.
Con sofisticados aparatos de grabación, nada o casi nada se escapa a vista de pájaro. Miles de plantas son fotografiadas desde la aeronave. Todas quedan inmortalizadas en la cámara digital. Las imágenes se convierten en las pruebas del delito.
El helicóptero de la Guardia Civil está dotado de la más moderna tecnología. Los pilotos y los agentes que les acompañan disponen de cámaras con sistema de infrarrojos, radares, cámaras fotográficas y visores nocturnos, entre otros aparatos. También utilizan dispositivos de vídeo que graban y transmiten imágenes en tiempo real.
Las pruebas que obtienen desde al aire son tan evidentes que el juez no duda ni un segundo en firmar la orden de registro. Una vez conseguida la autorización, la incautación de la marihuana y el arresto del responsable de la plantación es inminente.
Los cultivadores de «maría» se quedan algunas veces perplejos cuando varios guardias civiles se presentan en su casa y les dicen que están acusados de un delito contra la salud pública. Ni se imaginan cómo han obtenido las pruebas de su actividad ilícita.
Lo habitual en la Comunitat Valenciana son pequeños cultivos en patios interiores de casas, balcones, terrazas y habitaciones acondicionadas, aunque hay precedentes de hallazgos de grandes plantaciones al aire libre, como sucedió en octubre de 2008 en un monte de Alcalà de Xivert.
Sólo en contadas ocasiones se suspenden los vuelos programados. Con viento traicionero o con la mañana despejada, en la aeronave suelen viajar dos pilotos, un mecánico y el agente que toma las imágenes. Las unidades que requieren la colaboración del helicóptero suelen ser varias: el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) o cualquier Grupo de Policía Judicial.
Pero los cultivadores de cannabis son cada vez más recelosos. Desconfían de sus vecinos. Saben de las misiones del helicóptero verde. La voz de alarma corre desde hace tiempo por los foros de internet. La operación Hoja Verde de todos los años es como un secreto a voces. Por ello, ocultan las plantaciones en sus propias casas. Idean verdaderas maravillas de ingeniería doméstica para proporcionar a la marihuana la luz, el calor y el agua que necesita para crecer. Y todo dentro de cuatro paredes y un techo. Fuera del alcance de cámaras y miradas indiscretas.
Pero la horticultura casera de «maría» también tiene sus peligros. Demasiados aparatos. Lamparas de calor, humificadores, extractores de aire, termómetros, etcétera. «El riesgo de cortocircuito es muy grande», asegura un portavoz de los bomberos de Valencia. «No es la primera vez que hemos sofocado un fuego en una habitación llena de plantas de marihuana», añade.
El 7 de julio de este año, un incendio en un piso de Torrent destapó un invernadero clandestino de «maría». Durante la extinción del fuego, los bomberos descubrieron 38 plantas de marihuana. El dueño de la casa pasó de víctima a detenido en pocos minutos. En lo que llevamos de año, la Guardia Civil y la Policía Nacional han desmantelado una treintena de estos cultivos ilegales en la Comunitat.