jmartinez@lasprovincias.es
Escalan fachadas de edificios, saltan de tejado en tejado y huyen antes de que la policía pueda subir a por ellos. Los tres menores emulan a los Yamakasi, los samurais de los tiempos modernos de la película francesa de Ariel Zeitoun. Tanto es la semejanza que la banda de ladronzuelos adoptó el nombre del film. Su última fechoría movilizó a la Policía Local y los bomberos de Burjassot.
Los hechos se iniciaron sobre las cinco de la madrugada del pasado 23 de octubre. Un vecino llamó a la policía tras oír pasos y voces en su tejado. De inmediato, tres patrullas de la Unidad Nocturna de Intervención (UNI) de la Policía Local acudieron con urgencia al lugar.
Los agentes comprobaron que la intención de los chavales era acceder al colegio público San Miguel a través de las terrazas de los inmuebles colindantes. El centro escolar ha sido saqueado en varias ocasiones presumiblemente por la misma pandilla.
Los menores, aprovechando sus habilidades físicas, saltaron de azotea en azotea y lograron llegar a la cubierta del colegio. Abajo, en la calle, los policías contemplaban los espectaculares brincos mientras consideraban todas las posibles escapatorias.
Tras pedir la colaboración de los bomberos, dos agentes subieron también a las terrazas y lograron acceder a la azotea donde se escondían los miembros de la banda de los Yamakasi. Para su seguridad, los policías usaron dos escaleras, una de ellas de grandes dimensiones.
Los agentes de la UNI arrestaron a los jóvenes y les leyeron sus derechos antes de trasladarlos a la comisaría de la Policía Nacional. Los menores también se llevaron una reprimenda por poner en peligro su integridad física y la de los policías. Los tres adolescentes tienen numerosos antecedentes policiales por robos en viviendas, según informaron fuentes jurídicas.
La pandilla de los Yamakasi suele actuar de madrugada en Burjassot para no tener espectadores ni llamar la atención de vecinos dispuestos a avisar a la policía.
Pero la disciplina del “parkour” , que es conocida también como el arte urbano del desplazamiento, tiene jóvenes practicantes en Valencia que no guardan ninguna relación con el mundo de la delincuencia.
Desafían a la gravedad con sus piruetas y saltos espectaculares cuando superan de la manera más rápida cualquier obstáculo, como vallas, muros o paredes. Para ello, los miembros de esta tribu urbana explotan al máximo sus habilidades físicas. En el “parkour” siempre existe el riesgo de romperse la crisma, aunque sus aficionados aseguran que el peligro es mínimo cuando alguien está seguro de su salto.