Poco antes de asesinar a casi un centenar de personas en Noruega, Anders Behring Breivik colgó su manifiesto de 1.500 paginas en internet en el que ataca el multiculturalismo y la “colonización islámica de Europa”. Su intención era, según sus propias palabras, matar a un gran número de personas como una operación de marketing para vender su producto ideológico: la islamofobia.
Y los medios de comunicación, redes sociales, blogueros e internautas en general estamos contribuyendo a su causa maquiavélica. Cinco días después de la masacre, tecleabas su nombre y dos apellidos (Anders Behring Breivik) en google y obtenías 7.630.000 resultados de sitios web que mencionan al asesino noruego (el autoproclamado comandante de los Caballeros Templarios) o su masacre. ¿Somos cómplices de un enfermo mental? ¿Behring está consiguiendo lo que pretendía?
Lo que parece claro es que estaba obsesionado con difundir su manifiesto y su ideología antiislámica apoyada en la figura de los caballeros templarios medievales. Por ello, contactó con grupos nacionalistas a través de Facebook, recabó miles de direcciones de correos electrónicos e intercambió datos de blogs y sitios en internet.
Su último y fatídico paso fue cometer la masacre para enviar un mensaje xenófobo al mayor número posible de internautas, lectores, telespectadores, oyentes, ciudadanos…. También dejó un twitter con una cita atribuida a John Stuart Mill: “Una persona con una creencia iguala la fuerza de 100.000 que sólo tienen intereses”. Pero las creencias de Behring son los ideales de una mente enferma, ultranacionalista y xenófoba.
La cita de Stuart Mill es similar: “Una persona con una creencia es un poder social igual a 99 que solo tienen intereses”, escribió una de las cumbres del pensamiento político del siglo XIX. Y nosotros seguimos hablando de Anders Behring Breivik.