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Javier Martínez

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Psicología policial

Una atractiva colombiana centra toda la atención de un policía nacional en el aeropuerto de Barajas. La mujer acaba de llegar a España en un vuelo internacional procedente de Sudamérica. El agente acecha a la mujer, observa cómo anda e incluso se fija en

Aeropuerto Adolfo Suarez Madrid-Barajas.

la expresión de su cara en el preciso instante que cruzan sus miradas en el control de la aduana. Aún no ha hablado con ella y ya sospecha que puede llevar droga en su equipaje. ¿Intuición policial? Su primera percepción es clara e inmediata, sin necesidad de un razonamiento lógico, pero puede equivocarse. El policía entabla una corta conversación con la viajera mientras revisa su documentación. Sólo tiene tiempo para hacerle tres o cuatro preguntas.

Policía. -¿Viaja usted por trabajo o está de vacaciones?

Viajera. -De vacaciones.

Policía. -¿En qué trabaja usted?

Viajera. -Soy profesora de Historia del Arte.

Policía. -Muy bien. ¿Cuáles son las diferencias entre el Gótico y el Románico?

Viajera. (Enmudece y se pone muy nerviosa).

Cocaína en una maleta.

La última pregunta del policía desarma a la falsa profesora, que no sabe explicar ni una sola diferencia entre los dos estilos arquitectónicos. El agente decide entonces registrar de forma minuciosa el equipaje de la mujer y descubre una importante cantidad de cocaína. La anécdota novelada está basada en una incautación de droga en el aeropuerto de Barajas, y llegó a mis oídos durante una charla amistosa con un exdirector general de la Policía. Tanto la respuesta de la viajera, cuando dijo que era profesora de Historia del Arte, como la siguiente pregunta del policía para averiguar si la sospechosa tenía conocimientos arquitectónicos, es la parte más fehaciente de la conversación que mantuvieron el agente y la mujer en el control de la aduana.

Mi especialización en la crónica negra me ha permitido conocer a policías y guardias civiles con mucha perspicacia y agudeza de vista. También he tenido la ocasión de compartir experiencias con ellos, lo que me llena de satisfacción, no solamente por los conocimientos que he adquirido gracias a sus brillantes intervenciones, sino por los nuevos amigos y amigas que he conocido y sigo conociendo. Son profesionales de la seguridad, sabuesos de la investigación y psicólogos al mismo tiempo. Algunos de ellos forman parte de unidades especiales y otros visten de uniforme cada día para enfrentarse a la delincuencia (organizada o común), auxiliar a ciudadanos o prevenir delitos. En cualquier servicio tienen que tirar de placa o de psicología, porque con una sola pregunta, como hizo el policía destinado en el aeropuerto de Barajas, pueden descubrir un alijo de cocaína.

Dos guardias civiles inspeccionan un coche.

En los controles rutinarios de carretera, un método que suele dar muy buenos resultados es separar a los ocupantes de un coche y hacerles varias preguntas clave: ¿dónde vais?, ¿de dónde venís? o ¿por qué viajáis de noche? Si ocultan algo es muy probable que las respuestas no coincidan, y entonces los guardias civiles registrarán de forma minuciosa el vehículo en busca de droga o dinero. Esto es precisamente lo que sucedió el año pasado en una carretera en el término de Requena. Una patrulla de la Guardia Civil paró un coche tras infundirles sospechas los dos ocupantes del turismo. Un agente conversó de forma amistosa con el copiloto y le hizo las preguntas de rigor. Mientras tanto, el otro guardia civil pidió al conductor que abriera el maletero e hizo lo mismo que su compañero: indagar sobre el destino y los motivos del viaje. Las respuestas fueron muy diferentes. Mintieron como cosacos y acabaron con sus huesos en un calabozo tras registrar la Guardia Civil el automóvil durante una hora. Los individuos llevaban un alijo de cocaína oculto en un pequeño compartimento del vehículo.

Una policía en la escena de un crimen.

Una policía en la escena de un crimen.

Cada servicio policial tiene su dosis de psicología, de la misma manera que cada persona suele actuar de una forma diferente ante una adversidad. La mente humana es muy compleja para conjeturar por algunas señales o indicios lo que puede suceder, pero algunos policías y guardias civiles tienen una habilidad especial para tratar a un sospechoso y captar su temblores de mano u otros momentos de nerviosismo.

Sobre el autor

Javier Martínez Fernández nació en Granada, aunque reside en Valencia desde que tenía ocho años. Hijo de padres jienenses (naturales de Beas de Segura), también vivió en Almuñécar, Pilar de la Horadada y Elche. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, redactor del periódico Las Provincias desde 1989 y colaborador de varios programas de televisión y radio. Es un apasionado de su profesión pero a veces se queja de que le toca bailar con la más fea: la crónica negra. Desde que se especializó en la crónica de sucesos, ha participado en tres seminarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera (como ponente y organizador) sobre el periodismo de sucesos, es coautor de cuatro libros de formación para policías y guardias civiles, fue profesor del Máster de Periodismo de Las Provincias-CEU Universidad Cardenal Herrera y conferenciante en el Coloquio Internacional para una Comunicación Libre de Violencia celebrado en México en 2010. El autor de este blog ha intervenido también en numerosos programas de televisión y radio ('Horizonte', 'Espejo Público', 'Más vale tarde', 'Cuarto Milenio', 'Equipo de Investigación', 'Bona vesprada', 'Informe DEC', 'Sabor a ti', 'Esta noche cruzamos el Mississipi', 'Milenio 3', 'Abierto a Mediodía' y 'El rastro del crimen') y publicó 30 reportajes en la revista especializada 'Así son las cosas' entre 2003 y 2007.


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