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Juan Sanchis

La película de la semana

El cine musical respira con nuevos aires

Imagen de la película Los Miserables/

“He hecho películas que a mí me hubiera gustado ver. Y yo sólo quiero ver películas que me entretengan” (Billy Wilder)

 

El 19 de septiembre se ha estrenado el musical God help the girl dirigida por Stuart Murdoch, líder del grupo ‘Belle and Sebastian’. Durante las últimas semanas y meses la cartelera se ha llenado de distintas producciones del género como Amanece en Edimburgo, Jersey boys o Begin again. De esta forma uno de los géneros más populares del Séptimo Arte parece que vuelve a brillar, aunque muy lejos de su época dorada.

La década de los 30 del siglo pasado fue sin duda su mejor hora. En ese momento se definieron las reglas del género. Hollywood llenaba entonces de sueños la mente de un público que trataba de evadirse de la dura realidad. La evasión estaba garantizada con decorados monumentales, tono de comedia, argumentos sencillos y amables y grandes coreografías, a los que acompañaban los mejores músicos, cantantes y bailarines. Fue entonces cuando Fred Astaire se convirtió en icono.

Imagen de West Side Story.

Imagen de West Side Story.

Los 40 y 50 están marcados por una generación de actores y directores brillantes (entre ellos Vicent Minnelli, Gene Kelly o Stanley Donen) que crearon algunas de los títulos tan recordados como Cantando bajo la lluvia, Un americano en París, Melodías de Broadway o Siete novias para siete hermanos. La década de los 60 supone el inicio de la decadencia del musical clásico aunque aún deja algunas obras maestras como West Side Story o My fair lady.

La aparición del rock y el pop marcan los musicales a partir de la década de los 70. La mayoría de las producciones proceden de Broadway y en este periodo Andrew Lloyd Weber es el máximo referents. Poco a poco las reglas van progresivamente cambiando aunque aún el entretenimiento aparece como primer objetivo: argumentos y personajes sencillos con una preponderante historia romántica. Ni siquiera en la adaptación de una novela con una carga social tan profunda como Los Miserables de Víctor Hugo sirve para ahondar en temas de mayor calado. Durantes estas décadas han surgido musicales tan destacados como Cabaret, A chorus line, All that jazz, Chicago o  la ya citada Los Miserables.

Los miserables

Imagen de la película Los Miserables

La evolución del musical clásico ha sido lenta y ha sido en las dos últimas décadas cuando se ha dado una ruptura de los esterotipos propios del géneros.

Tres películas recientes muestran esta evolución. No tienen gran presupuesto ni cuentan con monumentales decorados ni con la grandilocuencia propia del género. En ellas las escenas musicales no se introducen con calzador sino que forman parte de la historia y la desarrolla. Además, contienen una gran variedad temática que en las producciones convencionales ni podría plantear: desde la inmigración hasta la homosexualidad pasando por la adaptación de los veteranos de guerra a la vida civil. Los personajes tienen carácter, son complejos, no cortados a escuadra y cartabón.

Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000). La historia de un joven de clase baja que quiere ser bailarín asombró a medio mundo con una historia bien definida y con mensaje: la lucha contra los estereotipos, por ser uno mismo. Los personajes están perfectamente esbozados, llenos de matices. En cuanto al lenguaje visual huye de las grandes coreografías y recurre al uso de los encuadres cerrados para filmar el mundo de los obreros y abiertos para Billy bailando y contribuye así a mostrar el ansia de libertar del protagonista.

Once (John Carney, 2006). Todo un ejemplo de lo que puede hacerse con un presupuesto de 150.000 dólares y un rodaje de dos semanas. Es una sencilla historia de amor llena de magníficas canciones (especialmente Falling slowly, que ganó el Oscar) que se introducen en la cinta con gran naturalidad. Los protagonistas aparecen cantando en la calle, en un autobús. Otra de las bazas de la película es la magníficas interpretaciones de sus protagonistas: Glen HansardMarkéta Irglová.

 

 

Bailar en la oscuridad (Lars Von Trier, 2000). Sorprendente película del impulsor del movimiento Dogma. Von Trier deja de lado los principios que él mismo impulsó para contar una entrañable historia de sufrimiento y amor. Tras verla la pregunta es inevitable: ¿ha muerto el musical de la época dorada del cine?

Los estrenos más esperados

Sobre el autor

"¿Usted ha visto caminar a Henry Fonda? Pues eso es el cine”. Así definía John Ford el Séptimo Arte y creo que no hay una mejor. El cine es lo que cada uno quiere que sea. Otro maestro, Billy Wilder, afirmó que "Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal el coche, no ha pagado la factura del gas o ha tenido una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo". No hay más que añadir.


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