Siete grandes películas sobre la corrupción
Alfredo Landa en 'El crack'.
La corrupción ha sido siempre un tema presente en el cine. En todos sus aspectos: corrupción política, deportiva, terrorismo de estado; en el mundo de los negocios entre muchos otros.
Agenda oculta (1990). La institucionalización de la corrupción es quizá su más perversa manifestación. Ken Loach aborda el terrorismo de Estado en una de sus primeras películas, y sin duda de las mejores. Principios de los años 80, dos abogados norteamericanos se encuentran en Belfast para comprobar la política de derechos humanos. Cuando cae en sus manos información comprometedora para el gobierno de Margaret Thatcher, uno de ellos es asesinado. Loach firma un thriller político con un estilo frío, austero, sin planos superfluos, sin florituras estilísticas. Pese a su toma de partido, como es habitual en él, el británico invita al espectador a un cuestionamiento continuamente y conscientemente evita dar respuestas sencillas y maniqueas a un problema tan complejo.
El político (1949). Willi Stark es un hombre honrado y valiente que se transforma el día que decide entrar en política y descubre que todo es juego sucio. Es elegido gobernador y se lanza a controlar la prensa y la radio. Ya totalmente corrompido su última meta será permanecer en el poder a cualquier precio. Broderick Crawford hace la interpretación de su vida en una cinta escrita y dirigida con mano maestra por Robert Rossen que narra con realismo la caída en la depravación de Stark. En 2006 Steve Zaillian dirigió un remake titulado Todos los hombres del rey que pese a contar en el reparto con Sean Penn, Jude Law y Kate Winslet no alcanza el nivel de su predecesora.
Bogart en Más dura será la caída.
Más dura será la caída (1956). La última gran película de Humphrey Bogart aborda otro aspecto de la corrupción: el deporte. Un periodista es contratado como agente de prensa de un torpe boxeador a quien hacen creer que es un gran campeón a base de amañar sus combates. Inquietante película que plantea los posicionamientos éticos tanto en el campo del deporte como en el del periodismo. Bogart hace una perfecta composición de un personaje, en apariencia descreído, pero que poco a poco abandona su cinismo en busca de una posición más honrada.
Todos los hombres del presidente (1976). Una de las películas míticas del cine norteamericano contemporáneo. Cuenta la historia de cómo un par de jóvenes periodistas del ‘Washington Post’ descubren un caso de corrupción que hace caer al presidente de Estados Unidos. La realidad supera a la ficción y permite crear una de las mejores películas sobre el poder y la corrupción. Destacan las brillantes interpretaciones de Dustin Hoffman y Robert Redford, el perfecto guión de William Goldman, que hace inteligible la compleja trama y la dirección de Alan J. Pakula, que consigue que el ritmo no decaiga en ningún momento.
La cortina de humo (1997). Brillante sátira sobre el poder dirigida por Barry Levinson e interpretada por Robert de Niro y Dustin Hoffman. La película plantea que la política es conseguir el poder por el poder sin importar los medios que se empleen, como en este caso montar una guerra para tapar un escándalo sexual del presidente. El guión de David Mamet supura acidez en su esbozo de la manipulación política a través de los medios de comunicación. Dustin Hoffman está magnífico en su papel de productor ególatra.
El crack (1981). Magnífica película de José Luis Garci en la que Alfredo Landa rompe con su imagen de actor encasillado en el subgénero conocido como ‘landismo‘. Garci rinde homenaje al cine negro en el Madrid de los años de la transición: la secuencia inicial recuerda al comienzo de Harry el Sucio) mientras Landa interpreta magistralmente a un detective con claros rasgos de los creados por Raymond Chandler o Dashiell Hammett; es el individuo capaz de enfrentarse sólo a la corrupción. Garci se adentra en la España de la corrupción, de la naciente cultura yuppie y de los especuladores y en la que la caza emprendida por German Arteta puede ser un trasunto de la búsqueda la de la verdad y la entereza moral ante una sociedad podrida.