¿Quién no recuerda el inicio de Psicosis (1960)? ¿o de cualquier película de James Bond? Algunos títulos de crédito son tan recordados como la propia película. Su época dorada fue entre los años 50 del siglo pasado y la década 70 como una defensa ante la competencia de la televisión. Actualmente, salvo contadas excepciones, se opta por una forma más directa de iniciar las película. Aún así hay directores, como David Fincher, a los que les gusta recurrir a este lenguaje iconográfico.
En un primer momento, los créditos servían poco más que para lucir el nombre del estudio y de las estrellas protagonistas. Fue a mediados de los 50 cuando, ante la necesidad de captar la atención del espectador desde el primer momento y como forma de enriquecer el producto ante la competencia de la televisión, cuando cobraron personalidad propia. Norman McLaren, Saul Bass y Pablo Ferro fueron los pioneros en utilizar la animación para introducir la película perfectamente acompasada a la banda sonora.
Los créditos de Psicosis, diseñados por el excepcional Saul Bass, sirven como perfecta introducción a la película creando desde el mismo inicio el clima misterio, incomodidad y cierto aire siniestro que caracterizan la obra maestra de Hitchcock.
Teléfono rojo, volamos hacia Moscú (1964) supone un antes y un después en el diseño de los créditos y, además, inicia una fructífera colaboración del genial Pablo Ferro con Stanley Kubrick. Él logró convencer a Kubrick para utilizar imágenes reales en los créditos, y no maquetas, y empleó una tipografía expresamente.
Míticos también son los créditos de La pantera rosa (1963), perfectamente acompasados con la banda sonora de Henry Mancini que transmite la sofisticación e intriga que caracterizan la película.
En algunos casos, los títulos se han convertido en auténticos iconos contemporáneos. Es el caso de las películas de James Bond donde se esperan ya como una tradición. Desde el Dr. No (1962) definen a la perfección los rasgos que marcan al espía de espías e introducen elementos de la trama: licencia para matar, seductor, elegante, sofisticado, todo un caballero y siempre dispuesto a poner su vida en peligro al servicio de Su Majestad.
David Fincher ha utilizado cuidados títulos de crédito en su filmografía. Fiel a su filosofía de que desde el primer momento la historia avance, consigue que los títulos de crédito se subordinen a la narración y sirvan incluso como introducción. Los magníficos opening titles de Seven (1996) son un ejemplo.
Impactantes son también los títulos iniciales de Toro Salvaje (1980). Un plano fijo en blanco y negro de un boxeador entrenando visto a través de las cuerdas del ring componen un auténtico deleite visual.
La influencia de los opening titles de Star Wars (1977) han marcado muchas producciones posteriores.
Los autores de los títulos de crédito de Atrapame si puedes (2002) pretendían reproducir el diseño a mano de Saul Bass empleando la tecnología más moderna. El resultado final es un auténtico homenaje a uno de los grandes creadores de opening titles.
No pueden faltar en esta relación los créditos de El bueno el feo y el malo (1966). El color rojo que impregna toda la presentación, la excepcional banda sonora de Morricone y los esbozos de la imagen de los personajes ofrecen un conjunto difícil de olvidar.