La banda sonora ya desde la época muda ha sido un elemento más para contar una historia tan fundamental como el guión o la interpretación del personaje. Para ello, al margen de la calidad musical, las piezas deben amoldarse a la narración como un guante. En el acompañamiento musical del cine anterior al sonoro, los intérpretes en las salas intentaban contribuir a la caracterización de los personajes, a resaltar algunas escenas, a crear un ambiente tenso, romántico o épico adaptando la música a la película.
Fue Max Steiner en King Kong (1933) el primero en introducir música en la mayor parte de las secuencias de la película. Gracias a ellas las escenas pueden ser más comprensibles y los personajes estar mejor caracterizados. Todo depende de que el compositor sepa captar lo que quieren el director y guionista y ajustar así las tonalidades. No es lo mismo componer la música de un momento de tensión, alegría, terror o romántico. De hecho, no son pocos los directores y compositores que han trabajado juntos en numerosas ocasiones logrando una simbiosis casi perfecta: Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann; Sergio Leone y Ennio Morricone; Maurice Jarre y David Lean o Steven Spielberg y John Williams son sólo algunos. A cualquiera se le ha quedado grabada alguna escena gracias a la banda sonora. Estos son sólo algunos de mis recuerdos.
La banda sonora, compuesta por Nino Rota, impregna las principales escenas de la película. Pero es en las escenas que se desarrollan en Sicilia, con la historia de amor entre Michael y Apolllonia, donde se acopla como un guante a los parajes que recorre en sus caminatas el hijo de Don Corleone.
Una película sobrevalorada, sin duda, pero la escena de Kate Winslet y Leonardo di Caprio en la proa del barco se ha convertido en una de las más populares del género romántico. ¿Alguien se imagina el momento sin ‘My heart will go on‘ interpretada magistralmente por Celine Dion?
Vivien Leigh a contraluz sobre el cielo rojizo del atardecer ante su hacienda destrozada recoge un puñado de tierra y lanza su famoso juramento: “Jamás volveré a pasar hambre’. La música de Max Steiner lleva al clímax una escena en el imaginario popular.
La música de Bill Conti durante la escena del entrenamiento de Rocky ha dado lugar a decenas de imitaciones. Fue una de las pioneras de la moda, tan seguida en los 80, de insertar una escena en medio de la película con la canción principal a modo de videoclip.
Quentin Tarantino es conocido por el cuidado esmerado que en la elección de las bandas sonoras. Suelen ser piezas clásicas del rock que se adaptan perfectamente a cada escena. Elegir una no es sencilla. ‘Don’t Let Me Me Be Misunderstood‘ de Santa Esmeralda es el perfecto acompañamiento para el enfrentamiento entre Uma Thurma y Lucy Liu.
Ennio Morricone es uno de los más grandes compositores de bandas sonoras de la historia del cine. Su repertorio abarca todos los géneros. Su colaboración con Sergio Leone ha dejado momentos imborrables. El inicio de este western con la estridente armónica es uno de ellos.
La música de Ennio Morricone logra una vez más poner las emociones a flor de piel, como en la escena final.
Elmer Berstein consiguió una de las bandas sonoras más logradas de la historia del cine. De hecho, se asocia de forma inmediata a un western.
La entrada en el campo de concentración japonés de las tropas comandadas por el coronel Nicholson (Alec Guinness) al son de la Marcha del Coronel Bogey es antológica. La interpretación,la puesta en escena y la música permiten definir en apenas unos minutos David Lean consigue caracterizar magistralmente al personaje interpretado por Guinnes.
Uno de los nuestros
Martin Scorsese pone la guinda a su genial película al son de ‘Layla‘ de Eric Clapton.
Aunque la pieza más conocida de ‘Desayuno con diamantes‘ es ‘Moonriver‘, Henry Mancini compone una excepcional pieza para una de las escenas más recordadas de película. Mancini ganó el Oscar con toda justicia.