Cuando me convertí en madre, el único sentimiento que me agobió fue el de la pérdida de libertad que sentí en el mismo momento en el que les vi la carita. Supe que siempre que tuviera que separarme de ellos, por un periodo más largo del habitual, sentiría de que mi corazón no está conmigo y que aun estando con las personas que más confío, siempre habría algo me haría estar conectada a ellos constantemente y ese sentimiento, tan intenso, puede llegar a asustar.
Cuando ellos nacieron nació en mí, por primera vez, el miedo a una marcha prematura. Nunca me asustó morir, pero desde que soy madre tengo ese sentimiento de apego a la vida, de no partir antes de tiempo, únicamente por no dejarlos solos. Sé que eso nunca pasaría, pero la falta de una madre no se suple fácilmente y pensar que pudieran sufrir por eso me genera muchísima ansiedad.
Por eso, cuando Mamaenred hizo pública su enfermedad, sentí una angustia enorme, pensando en cómo ella podría gestionar esa situación. Mi “exceso de empatía” (diagnosticado y en el que sigo trabajando en mejorar), afloró tan fuertemente que no pude parar de llorar durante mucho tiempo y hoy, meses después, quiero compartir con vosotros la lección que está súper mamá me está dando cada día, a través de su canal. Cuando comparte su dolor la impotencia me supera y cuando se pone las pelucas rosa de sus hijas, para dar color y reírse de las “perrerías” que le está tocando pasar, me llena el alma de alegría.
En el Día del Cáncer Infantil, día que odio y que no debería existir porque ningún niño tuviera esta enfermedad, ella hace esta reflexión y yo me la traigo “a casa” con su permiso, porque la comparto al 100%, porque rezo para que ella pase este mal trago y porque seguro que todo vuestro apoyo la llenará de energía.
Creo que en esta lucha nos unimos todas las madres, para darte más fuerza si cabe, Mamaenred y porque pronto celebraremos tu fortaleza y los aprendizajes que nos has dado, aunque te haya costado un susto que contar. ¡GRACIAS POR TU FUERZA Y EJEMPLO!