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María José Pou

iPou 3.0

Evo y la papa satánica

Evo Morales ha hablado de la patata. Ya sé que también lo ha hecho de los homosexuales pero eso no merece que nos detengamos. Es un pensamiento transgénico y, como tal, mutado y carente de interés.

Será que a Evo le va mucho la pollera colorá y, con tanta cumbia, se ha mareado. Es lo que tiene ser modelo del borreguito Norit con sus jerseys afroindigenistas: pasarela para arriba, ahora uno de perlé, pasarela para abajo, ahora uno de crochet con su rebequita y su canesú. En definitiva, un lío que le ha llevado a desvariar.

Lo importante es que ese pedazo de intelectual indígena sin modificar genéticamente dice que su “papa”, la patata americana original, ha sido satanizada en Europa.

Yo doy fe de que es así en algunos experimentos culinarios de grandes chefs o en costumbres gastronómicas de algunos bares que vienen reciclando el aceite usado desde el día de su inauguración.

Sin ir más lejos, si yo fuera Evo mandaría al ejército boliviano a quemar al cocinero de las patatas fritas de los burguer de segunda, al ocurrente promotor de las “fish and chips” británicas y a quien destroza todo rastro de patata en las bolsas del supermercado que pregonan “sin sal”,”sin grasas” y “sin fécula”. O sea, una loncha de nada.

A lo que se refiere ese faro que alumbra las Américas es a que Europa no ha sabido cuidar el maravilloso regalo que Colón nos hizo. Es posible.

Yo, a Colón, lo tengo en un altar privado y cada día le canto un Te Deum por haber posibilitado que el Viejo Continente conociera la patata y el chocolate. O sea, que yo pueda comer unas patatitas a lo pobre con ajitos tiernos que quitan el sentío y un Tartufo en la Piazza Navona entonando “evviva Cristóforo Colombo, Isabella di Castiglia, Ferdinando di Aragona e tutta la loro famiglia!”.

A Evo lo que le hace falta es probar unas patatas bravas para comprobar el trato humanitario que le damos al tubérculo y, sobre todo, a sus más incondicionales aficionados, como una servidora. Igual me quedaré calva pero me tiene sin cuidado.

Temas

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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