Me sorprendió la noticia. No la emisión televisiva de debates en el Reino Unido entre los principales candidatos a Primer Ministro sino su ausencia ancestral durante décadas. Justo hasta hace unas semanas.

Resulta raro viendo la libertad con la que se habla de la vida política en los medios públicos ingleses y la cantidad de programas y hasta de canales específicos que retransmiten las sesiones de Westminster en las que los miembros del parlamento discuten a un metro de distancia.

Siempre me han divertido porque me parece extraña esa proximidad conociendo la frialdad anglosajona. Quizás pueden hacerlo precisamente por eso, por mantener a raya las emociones.

Si en España se pusieran uno pegado al otro y Zapatero a pocos centímetros de la cara de su oponente, no quisiera ni pensar cómo acabarían las pataletas de algunos. No digo que se parecieran al Parlamento de Ucrania discutiendo a huevazos de las relaciones con Rusia pero no andarían muy lejos.

Por eso resulta tan interesante analizar la novedad más llamativa de la campaña en el Reino Unido y, sobre todo, compararla con España. Puesto que la británica es una de las democracias con más solera del mundo y a la nuestra se le achaca su eterna juventud, es bueno tomar apuntes para 2012.

En primer lugar, no participaban –como en España- los dos partidos mayoritarios, conservadores y laboristas, sino los tres: aquellos dos junto al Partido Liberal Demócrata. Algunos, incluso, quisieron ver en Clegg, el líder de este último, la gran renovación de la apolillada clase política británica, aunque su papel haya sido más el de azuzar a los instaladísimos parlamentarios, ya tocados por la crisis de la corrupción.

En segundo lugar, participaban los espectadores, como en el formato de “Tengo una pregunta para usted”. Eso le daba agilidad y capacidad de introducir temas distintos a los de la agenda pactada. O, al menos, con un enfoque diferente. Nada que ver con la rigidez de los últimos debates entre Zapatero y Rajoy, anquilosados, acartonados y aburridísimos.

En el británico había diálogo mientras que en el nuestro solo dos monólogos cruzados. En definitiva, una referencia que tener en cuenta.

Actualización:

The Guardian acaba de anunciar su apoyo a la candidatura de Nick Cleeg pero parece más una estrategia de mercado que un convencimiento real. En su caso, la opción de apoyar al laborismo (porque a los tories es implanteable) significa estar con Gordon Brown, es decir, con el gobierno, es decir, con el poder lo cual resulta incómodo y poco eficaz para captar lectores. La oposición siempre ha sido más rentable que el gobierno.