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María José Pou

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Tiempo de sacrificios

Sacrificio es la palabra de moda. Es el signo de los tiempos. Los Estados, los gobiernos y los ciudadanos estamos obligados a hacer sacrificios, aunque todas esas expresiones, en realidad, se resuman en una: los ciudadanos. Al final, si el Estado recorta el déficit o el gobierno se aprieta el cinturón quienes lo asumen no son los políticos, excepto en coste de imagen, sino los contribuyentes y quienes reciben servicios por lo que aquellos aportan a las arcas públicas.

Sin embargo, hay algo especialmente desestabilizador en esa máxima del sacrificio global que es la universalización. Todos, por igual, debemos someternos al duro ajuste en las cuentas. Y ese proceso que suele ser democratizador, sin embargo, se convierte en todo lo contrario. Es profundamente injusto.

Hablamos de sanidad o educación universal cuando buscamos que todo ciudadano tenga acceso a un servicio mínimo de atención sanitaria y a una educación esencial. Sin duda es uno de los grandes avances del Estado moderno y de la España democrática. Es un orgullo que nuestro país presuma de haber conseguido llevar esos mínimos a toda persona que lo requiere. Por eso preocupa la tendencia a excluir de ellos a los inmigrantes, sobre todo, cuando su trabajo cotiza como el del resto.

Ahora bien, pedir a todo ciudadano que asuma su parte de responsabilidad en la crisis es dar por hecho que la culpa es colectiva y, aunque en efecto está repartida, no es universal. Es cierto que no ha sido solo el afán enriquecedor de un especulador en Wall Street lo que nos ha llevado a esta situación. Algunos, en su medida, han pretendido especular comprando dos pisos u obteniendo subvenciones de la UE. Pero no todos lo han hecho.

Hay quienes simplemente han querido tener su casa, casarse y vivir en ella. Eso no es especular. Especular es que el banco les diera un crédito cuando no tenían ni un trabajo fijo, pero el afán de enriquecimiento no ha sido de ellos. A ellos se les puede atribuir inconsciencia e imprudencia pero no otra cosa. Es el banco quien pretendió ganar arriesgándose a perder. Y a que, ahora, perdamos todos.

Comentario:

y esto fue escrito antes de saber las medidas de ajuste del Gobierno… ahora, 24 horas después, aún es más rotundo…

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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