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María José Pou

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Las domingas de Bruni

Desde hace unos días el Elíseo hace todo lo posible para impedir el acceso de los internautas a un vídeo sobre Carla Bruni que considera impropio de una Primera Dama.

En él, el autor muestra declaraciones de Carla de hace años, cuando aún ni siquiera soñaba con ser la inquilina del Palacio parisino. Declaraciones hechas en distintas entrevistas en las que la modelo hablaba de sexo. Era joven, cosmopolita y famosa por alguno de sus ex amantes, de modo que parecía lógico preguntarle por cuestiones de cama.

Ella, en un típico gesto adolescente, explicaba cómo decir frases de contenido sexual en distintos idiomas. Por ejemplo, en un momento dado el diseñador Jean Paul Gaultier, que acompaña al presentador del programa en una entrevista, le pregunta cómo diría “te gustan mis pechos” y ella escoge el español por su carácter latino y dice, con un evidente acento mexicano, “¿te gustan mis domingas?” igual que hubiera podido decir: guate, guate, aquí hay tomate.

El tomate sin embargo lo ha encontrado Sarkozy en la difusión de una imagen frívola, desenfadada y de moral alegre, que dirían los clásicos, de su actual mujer.

El problema para el presidente francés es que todo eso está grabado. Existe. Y no pertenece al ámbito de la privacidad pues se trata de imágenes tomadas bien en sus desfiles bien en entrevistas concedidas por ella.

Es el hándicap contra el que tiene que luchar todo aquel que quiere iniciar una nueva vida, crearse una nueva imagen y hacer como que todo lo anterior nunca ocurrió.

Es cierto que una Primera Dama debe ofrecer una imagen de seriedad, elegancia y corrección porque no deja de ser un espejo de la nación. Sin embargo, su vida pasada, ajena a los derroteros posteriores que ésta podía tomar, puede tener puntos negros.

Lo malo es pretender elevar a un pedestal divino lo que no se puede. Un presidente es uno de nosotros. Y su consorte también. Convertirlos en otra cosa es arriesgarse a hacer el ridículo. Sarkozy, que tiene aires de emperador revolucionario semidivino, intenta aparecer como Nicholas I, sucesor de Luis XVI. Pero unas domingas se lo impiden.

Temas

Sarkozy

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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