No soy del club Bilderberg. Ya sé que todo lleva a pensar que sí: hombres y mujeres misteriosos, influyentes, poderosos, ricos, inteligentes, que se reúnen para dominar la tierra, que llegan discretamente en coches de lujo con cristales tintados y que aceptan escuchar a Zapatero porque son así de graciosos. Por pura gracia que le conceden, no porque se desternillen con él.
Sí, ya sé. Lo normal sería que yo estuviera escribiendo esto desde Sitges pero no. Podría excusarme diciendo que me lo propusieron pero decliné. Yo siempre declino. Lo hago desde que aprendí latín. Per saecula saeculorum. Pero tampoco. Será que no han caído. Que temem que lo cuente todo en Facebook. No sé. Yo tampoco me lo explico.