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María José Pou

iPou 3.0

El cajón

Ya sé que suena poco inspirado y un tanto burdo pero ayer cuando supe de la fusión entre Bancaja y Cajamadrid pensé: esto no es una caja ¡esto es un cajón!

La verdad es que no soy neutral, si es que una columnista tuviera que serlo. Soy clienta de Bancaja así que no puedo mirar hacia la fusión como si fuera la resultante de integrar al Manchester y al Liverpool. Como si tal.

Como clienta quiero saber que mi caja sea la mejor, la más rentable, la más eficiente, la que más seguridad me dé y la que más obra social produzca. O sea, que deje de tener influencias y servidumbres políticas y se dedique a gestionar el dinero lo mejor posible para beneficiarnos a los clientes y al resto de ciudadanos. En una palabra, a gestionarlo como si fuera del bolsillo propio.

Por eso el eje Madrid-Valencia con lo que está cayendo me da que pensar. Si es verdad que Rajoy tiene opciones de asaltar la Moncloa en breve, no parece secundario que la primera caja del país proceda de la fusión, por muy fría que esté, de Bancaja y Cajamadrid. En ese contexto, poco importa que la sede esté en Valencia, como ha reivindicado Camps, o en Madrid.

¿Debería importarnos a los clientes? ¿Por qué? Teniendo en cuenta que nuestras inversiones, a juzgar por los hedge funds y las demás zaranzajas bancarias, han podido realizarse en fondos de cualquier isla tropical, no veo por qué debemos aferrarnos a la idea de que la caja sea “de la terreta”. Hoy el mercado es global y la economía es global. Tanto, que lo estamos sufriendo desde que cayera Lehman Brothers. Y lo que te rondaré.

Por eso no encuentro dónde reside la necesidad imperiosa de que “Bancaja et al” tenga su sede en Valencia. Lo celebro pero por puro ejercicio de chovinismo que no viene mal en temporada turística. Más allá de eso, en un contexto de globalización bancaria, no consigo ver por qué es “un gran día para la Comunidad Valenciana”. Salvo que me convenzan de que ésta es una verdadera “terra mítica” para mi inversión.

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economía

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.