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María José Pou

iPou 3.0

La Roja y la Patria

Ya sé que para mucha gente, el mundo ha cambiado en 24 horas. Ayer, la vida era gris, llena de amenazas económicas y desastres financieros. Hoy, luce el sol, cantan los pájaros y hasta Belén Esteban baila bien. Es el efecto engañoso de la felicidad.

Para mí, no. No es que me sienta infeliz sino que vivo el de hoy como un sábado normal, similar al anterior. Sigo sin encontrar motivo alguno para sentarme delante de la televisión durante dos horas. En una palabra, que no me gusta el fútbol. Por eso no me emociona que empiece el Mundial, el Nacional o el Regional.

Que nadie se preocupe: aunque me repelan los toros y me aburra el fútbol, cumplo con la patria adorando la paella, la siesta y a Paco de Lucía. Hasta ahí puedo besar la bandera en una jura de tópicos. Y diría más: en la Eurocopa me descubrí emocionándome con ‘la Roja’. No lo había confesado nunca pero sí. Cuando vi a Casillas (¿era Casillas?) levantando el copón casi se me saltó la lagrimita que quedó pendiente desde la muerte del mítico Chanquete.

O sea que no me aprenderé nunca el nombre de los miembros de la Selección pero apreciaré sus esfuerzos por hacer felices a mis compatriotas. Entiendo que decir estas cosas, tan irreverentes, en un país de creyentes es arriesgarme a que me den de latigazos en la plaza pública pero me cuesta aceptar la metamorfosis de todo un país por un grupito de ‘ricos’ (en la definición fiscal actual) que adquieren esa categoría haciendo que una pelota pase entre dos palos.

Cuando José Blanco nos lanza contra los ‘ricos’ como culpables de nuestros males y dice aquello de «muerde, España, muerde» se nos aparece en la retina la imagen de Díaz Ferrán pero no de Iniesta o de Villa. A éstos se lo perdonamos todo, incluida una prima de vergüenza si ganan el Mundial, porque nos hacen felices.

Sin embargo, mientras nosotros nos acongojamos conociendo los detalles de la reforma laboral, permitimos que mimen a los de ‘la Roja’ con tal de que nos hagan olvidarlo todo solo por unos días.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.