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María José Pou

iPou 3.0

Las clóchinas del Gürtel

La verdad es que me ha intrigado el suceso que denuncia el PP a las puertas de su sede. Dice que el otro día, mientras Rita Barberá presentaba su nueva página web, había una furgoneta aparcada fuera con un micrófono capaz de captar conversaciones y chismorreos varios. Lo mejor del caso es que los presuntos policías alegaron estar haciendo labores de información en el Botánico. Es lógico ¡hay que ver lo peligrosos que se han vuelto los rosales trepadores que murmuran con las acacias! Para mí que las orquídeas han prevaricado recientemente a cuenta del Gürtel. Y no digamos los robles americanos, sospechosos de estar preparando una moción de censura con dos coníferas tránsfugas que dejarían en nada lo de Benidorm.

A mí los espionajes caseros siempre me han parecido divertidísimos. Tanto que la próxima vez que se celebre un acto del PP voy a pasarme por allí con el walkie-talkie del inspector Gadget con el que jugaban mis sobrinas. Una vez apostada tras un pino del Botánico empezaré a retransmitir mensajes en clave: «Alfa llamando a Beta. Veo un Bigote aproximándose con cuarta y media de clóchina valenciana. Espero órdenes para saber si debo limpiar la clóchina o mejor la revendo y opto por unas tellinitas. Cambio».

Yo no sé si eso despistará mucho a los vigilantes de la furgoneta blanca pero ya me estoy imaginando a Ángel Luna reprochándole a Camps en Les Corts que los trajes los pagó el dueño de un chiringuito a cambio de un soborno con tellinas de playa. Y todo ello sobre la base de un informe que habla de unas gotitas de limón, un poquito de pimienta y unas hojitas de laurel.

Si mi truco funciona, la estrategia puede servir de referencia a todo el mundo, pues decía ayer Antonio Clemente que lo sucedido con el PP puede pasarle a cualquier ciudadano. E incluso diría más: si universalizamos la conversación insulsa, inane y chorra para despistar a la policía, el espionaje puede convertirse en una actividad terriblemente estresante. Con tanta clóchina, el espía no sabrá si está consiguiendo las pruebas del Gürtel o una receta de la abuela.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.