No sé qué pedir para los miembros del Tribunal Constitucional: unas vacaciones prolongadas por haber estado cuatro años deliberando, que ya es deliberar, o una regañina por haber necesitado la desesperación de todo un país y la urgencia de unos presupuestos generales del Estado antes de decidirse a aprobar el Estatut.
Me decanto por el año sabático dado el esfuerzo de dilatación que han tenido que hacer sus señorías -también los hombres- para dar a luz una sentencia que no gustará a nadie y aceptarán todos. Lo que nos falta saber es a cambio de qué.
Lo malo de este proceso es que los magistrados estaban atados de pies, manos y birrete. Si lo aceptaban, quizás se hubieran visto obligados a dar por válidos presupuestos que no pueden admitirse alegremente en otros contextos. Si no lo hacían, hubieran sido tachados de cualquier cosa menos de ecuánimes y justos.
A eso se añadía otro problema que era la puesta en marcha de facto del Estatut. Si ya estaba asumido como tal, la marcha atrás podía ser contraproducente y no traer nada bueno a la ya deteriorada relación entre Cataluña y el resto de España.
Lo preocupante no es solo el tiempo que se ha tardado sino las razones que han llevado a tal desfase por no mencionar los momentos de acelerones que hemos visto hacer sin más relación con el contenido que la oportunidad política del momento.
Tal vez por eso, resulta ahora inevitable sospechar que las elecciones catalanas están suficientemente cerca de la sentencia del TC como para establecer alguna relación causa-efecto. Lo mismo cabe decir de la mala situación parlamentaria en la que ha quedado Zapatero tras la aprobación de los ajustes y de la reforma laboral. En ese sentido, no parece tan rara la actitud de Durán i Lleida en las últimas sesiones.
Así pues, habrá que felicitarse no solo por el resultado sino, sobre todo, porque sus señorías puedan por fin descansar en paz sin que eso les lleve a la tumba; puedan ser ya sustituidos, sin más polémicas y, sobre todo, puedan dedicarse a resolver otros asuntos que bien merecen su atención.