Llevo una semana tan patriota que miedo me da que me concedan la Gran Cruz de Isabel la Católica este fin de semana. Sobre todo, porque no tengo nada que ponerme para ir a recogerla y porque me fastidiaría no poder ir a la playa a ponerme morena.

Por cierto, con tanto afán por suprimir las cruces del ámbito público, no sé que harán con uno de los más altos honores que pueden concederse en España: cruz y de la reina católica, todo un despropósito.

Volviendo a mi semana patriota, que nadie se confunda. No lo digo por haber visto el partido de Portugal. Como me aburre el fútbol, yo no lo veo. Lo noto. Es como los documentales de sobremesa de la 2 que no los veo, sino que los duermo. En esto pasa igual. Me pongo a ver otra cosa y cuando noto un temblor de tierra acompañado por un rugido que parece decir «¡gol!» deduzco que España ha metido un tanto y cambio de canal para ver el momento.

Ya sé que eso resta emoción pero también evita sufrimientos y, sobre todo, permite ver otros programas más interesantes sin perder las mejores escenas del partido.

De todos modos no es eso lo que me hace sentir patriota. Mi semana ha sido de medalla al mérito civil porque empecé pagando a Hacienda con una de las glándulas suprarrenales que venía a mi espalda de fábrica. Después me fui de shopping el día antes de empezar las rebajas. No después, que no tiene mérito, sino justo antes, sobre todo, porque no soporto hacer cola en los probadores.

Por último, para rematar mi entrega desinteresada y heroica por España, ayer llené el carro de la compra, en el mercado, de todo tipo de manjares sin reparar en gastos. Todo con tal de estrenar el nuevo IVA.

Solo me falta, para rematar, decidirme por un coche nuevo cuando se han acabado las ayudas, subvenciones y descuentos. Si eso no es esforzarme por la madre patria, que venga Pajín y que lo vea.

Ya lo decía Victoria Beckham cuando le reprochaban sus gastos. Era pura solidaridad y patriotismo.