Hay en el Foro romano un camino central que parece un tramo más de las vías romanas con las clásicas placas de piedra que hemos visto tantas veces. Sin embargo, no era una vía más sino la principal del Imperio. Por eso se le llamaba “Vía Sacra” y unía el Coliseo y el Capitolio.
Era el camino que seguían los generales victoriosos rodeados de la plebe exultante, es decir, el lugar que soñaban pisar quienes buscaban la “gloria mundi”, el aplauso de Roma.
Esta tarde, cuando veamos a los jugadores de la Selección recorrer en autobús descapotable la Gran Vía madrileña aclamados por miles de personas que representan a millones de españoles, podremos hacernos una idea de lo que debía de ser la antigua Roma cada vez que sus ejércitos conquistaban un territorio o vencían en una batalla.
No es difícil imaginar el sentimiento de orgullo por compartir la ciudadanía romana; la satisfacción de pertenecer a la mayor potencia mundial o el entusiasmo de los jóvenes por unirse a ellos deseando compartir la ilusión de ser aclamado como héroe y casi como un dios entre la población.
También aquí vivimos el recibimiento a la Selección como la llegada de nuestros héroes a quienes admiramos y agradecemos que nos hagan sentir los más poderosos en el mundo conocido. Ellos no nos traen más botín que un puesto privilegiado entre los grandes del planeta fútbol pero resulta mucho más valioso para los aficionados que todo el oro y la plata del mundo.
Para quienes, además, no somos aficionados, ese trofeo no dirá gran cosa excepto una conquista anhelada y, sobre todo, la oportunidad de haber disfrutado de unas semanas de felicidad que no tienen precio en medio de la crisis y del pesimismo.
Ellos recorrerán la Gran Vía convertida en Gran Vía Sacra contemporánea. Serán amados y pasarán a la Historia. Y, como aquellos, sus virtudes serán referencia para generaciones jóvenes. Eso, quizás, es lo mejor de este episodio. Escuchar a Villa o a Puyol rebajar su protagonismo y apelar al esfuerzo colectivo es la mejor moraleja para el tiempo que vivimos. Una historia realmente épica.