Creía que ‘encendido’ no había más que uno, el de la Feria de Abril. Sin embargo, desde que las calles de Cuba, Puerto Rico o Sueca montan en Valencia auténticos monumentos falleros de luz, sé que ‘encendido’ hay en la capital del Turia las principales noches de marzo entre los chaflanes más emblemáticos de Russafa. Yo misma quedé encantada este año viéndolo. Tanto, que luego las luces no me impresionaron demasiado.
Por eso no me extrañó leer que la Campus Party iba a tener su ‘encendido’. En este caso no se trata de luz sino de red, de potencia de descarga y de conexión entre ordenadores. Anoche fue como si comenzara la Feria en el Real. Puro homenaje a Edison, Ampere o Volta.
Así pues empezó la Campus y me volvieron a surgir algunas dudas respecto al modo que tenemos los de la prensa de contarlo. Cada año presentamos el evento exaltando sus cifras: de participantes, de horas de conexión pero sobre todo de capacidad. Es verdad que resulta deslumbrante pero esa magnificencia contrasta con la precariedad en la que se mueven muchos usuarios y desvirtúa la percepción de la realidad. No es esa potencia la real sino la excepción de unos días y un espacio privilegiados.
Además, mañana o en un par de días, la imagen de la Campus será cualquier ‘campusero’ dormido sobre su propio ordenador. Con ella simbolizaremos que muchos apuran al máximo su participación renunciando a dormir o a descansar con tal de estar conectados. En un mundo en el que ya las adicciones están haciendo mella en los jóvenes parece tan irresponsable como presentar de forma positiva el exceso de alcohol en un fin de semana.
Por último, una y otra vez alertan los expertos sobre los riesgos de una mala postura ante el ordenador y ya hay patologías serias el respecto, en cambio los ‘campuseros’ se pasan muchas horas sentados en una silla de plástico absolutamente nefasta para la espalda.
Se me dirá que solo son unos días pero aquí lo que cuenta es el efecto pedagógico de la Campus, sobre todo, cuando quiere impulsar lo formativo, como este año.