Hay muchos para los que el apellido ‘católica’ convierte en sospechosa cualquier organización y, aunque hay ovejas negras, la mayoría de entidades que hacen el bien entre los más pobres en nombre de la Iglesia católica dignifican ese adjetivo. Es el caso de Manos Unidas, que acaba de ser galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
En un momento en el que son cuestionadas algunas ONG por la distribución de fondos y su destino, Manos Unidas constituye un ejemplo de gestión pero sobre todo de caridad sin distinción de credos. A nadie se le pregunta de dónde procede, a quién vota o a qué Dios reza. Se le hace el bien en nombre del que pasó haciéndolo 2000 años antes.
Manos Unidas lleva 50 años ejerciendo la solidaridad, mucho antes de que se inventara la sensibilidad y el voluntariado organizado. Aproximadamente desde los tiempos en que a eso le llamaban ‘caridad’.
A algunos les suena rancio porque creen que huele a naftalina y a señoras ricachuelas de Rastrillos tranquiliza-conciencias. ‘Caridad’, dice el diccionario en una de sus acepciones, es «actitud solidaria con el sufrimiento ajeno». Es compadecerse, sufrir con el que sufre y procurarle alivio. Eso hace Manos Unidas y eso es lo que ha merecido el reconocimiento de los Príncipe de Asturias.
Para algunos, ése es el único aval de la Iglesia católica: que resulta útil para hacer servicios sociales. Sin embargo, lo realmente importante en términos puramente cívicos, sin apelar a razones espirituales, no es que funcione como una ONG de confianza sino que sea capaz de transmitir una actitud. Es la llamada «opción preferencial por los pobres» que en estos tiempos de zozobras económicas y pinchazo de la burbuja del bienestar a coste cero han quedado en un segundo plano.
Esos pobres siguen estando ahí y, si para nosotros es duro llegar a fin de mes, lo suyo es insoportable. Son, decía el jesuita Jon Sobrino, aquellos para quienes «sobrevivir es una dura carga». No solo están faltos de recursos sino que son despreciados por la sociedad.
El premio, pues, no es a Manos Unidas sino a la opción por los más pobres.