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María José Pou

iPou 3.0

De fiesta en La Meca

Hasta hace poco había una tasca cerca de mi casa que se llamaba ‘Dios te salve’. Cuando la inauguraron confieso que me molestó el nombre hasta el punto de decidir no sentarme a tomar unas tapas ni aunque me dijeran que eran las mejores de Valencia.

Luego me di cuenta de que el estilo del bar -e imagino que los dueños- eran andaluces o admiradores rocieros y que el ‘Dios te salve’ era el inicio no solo del Ave María, la oración mariana más importante de los católicos, sino de la Salve rociera.

Eso significaba que la elección del nombre, quizás, no era una ofensa sino todo lo contrario: un modo de honrar a la Blanca Paloma. Había en ello si no una función religiosa, sí un sustrato de devoción al Rocío que, aunque oculto en ocasiones tras una pasión mundana, no deja de ser un santuario mariano.

Cuando supe, pues, de la polémica en torno a la discoteca llamada La Meca me sentí próxima al problema y, aunque me provoque rechazo la forma como se ha presionado para lograr el cambio de nombre, entendí lo que podía sentir una sensibilidad religiosa herida.

El problema es que a mí nunca se me ocurrió amenazar a los propietarios y clientes de la tasca. Decidí no ir y punto. Ése era mi boicot. Y ése será mi modus operandi ante cualquier hecho similar, no en vano, recuerdo cuando unos amigos me llevaron a una antigua iglesia en Londres reconvertida en pub, algo muy común en un país mucho más secularizado que el nuestro.

No me resultaba incómodo por ser un bar sino por ver cervezas por el suelo y tipos borrachos enrollándose con tipas en lo que había sido un presbiterio o un púlpito, es decir, donde se habían celebrado ceremonias sagradas. A ellos les resultaba interesante y distinto a todos los demás pub. Yo preferí no volver.

Esa es la manera de manifestar rechazo por parte de los afectados, de ahí que sea tan lamentable que amenacen y tan triste que cedan al chantaje. Es comprensible pero triste. Lo civilizado es sensibilizar para evitar las referencias ofensivas. Aterrorizar es de salvajes.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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