Voy a dejar de ver los debates parlamentarios. Después del de ayer, se me han quitado las ganas de conocer ni propuestas, ni argumentos ni réplicas. Todas ellas, como el mandamiento cristiano, se resumen en dos: golpearás al contrario con todas tus fuerzas y defenderás al partido hasta la muerte.
Lo peor es que lo visto ayer va a ser la banda sonora hasta las elecciones de 2012. Queda año y medio de reproches mutuos con una meta volante en las elecciones locales y autonómicas del año próximo. Los reproches, además, no se ciñen a lo que unos acaban de proponer y otros acaban de rechazar. Ojala.
Nuestros políticos, dirigidos por la astuta batuta, valga la cacofonía, de Rubalcaba en el caso socialista y de no-sé-cuál-es-peor en el popular, se dedicaron a echarse en cara el pasado. A veces, muy pasado.
El PP recuerda a Rubalcaba lo que fue. Y hace bien. Conviene saber de dónde viene uno para intuir adónde va. Mucho más en política. Si en la vida es conveniente saber qué ha hecho un sujeto hasta la actualidad para prever qué hará en el futuro, en política ese protocolo es imprescindible. No niego que se pueda cambiar pero la esencia no varía. Y menos a cierta edad.
Rubalcaba fue el de «merecemos un gobierno que no nos mienta» en el 11-M. Veremos. Porque la frase también implica que no nos mienta ni por acción ni omisión ni disimulo. Diría más: que no nos mienta dándonos una visión edulcorada de la realidad.
Para atacar, él y sus ministros se dedicaron a recordarle al PP su gestión en el gobierno usando pura retórica hueca preparada solo para los telediarios. Así, por ejemplo, había que escuchar a Leire Pajín acusar al PP de haber ignorado a las familias y no haber apoyado ayudas para éstas. Es sonrojante. Que se lo digan a las familias numerosas y las grandes ayudas que reciben del gobierno socialista. O a aquellas mujeres que deciden tener el hijo cuando el sistema le invita a no hacerlo por ser una carga económica insuperable.
El ‘Cuéntame’ se ha instalado en la vida política. Puro blanco y negro.