Es indudable que me alegro por todos los premiados y que merecen el reconocimiento de ‘Valencianos del siglo XXI’ que ayer les otorgó este periódico delante de lo mejor de la sociedad valenciana.
Sin embargo, no puedo evitar sentir un calor especial en la boca del estómago cuando nos referimos a uno de ellos. Se trata de la Cáritas Diocesana.
El afecto hacia esta institución viene de lejos y de la mano de una de esas circunstancias que la vida nos ofrece sin que lo pidamos: el conocimiento directo de su labor por un contexto familiar implicado en ella.
Desde pequeña supe de sus desvelos a través de unos padres, unos tíos o unos vecinos esforzados en sacar adelante las necesidades de la Cáritas parroquial. Desde entonces escuché hablar de personas que necesitaban pagar un alquiler, familias que vestían a los más pequeños con ropa que habían donado los feligreses o ancianos que vivían dignamente sus últimos días gracias a las residencias del arciprestazgo. Entonces me parecía normal. Hoy me parece realmente heroico.
A quienes hemos visto la labor de la Iglesia para con los necesitados no nos asombra que reciba un premio. Sus voluntarios, miles, tampoco lo exigen para continuar. Es lo que tiene hacer el bien por Alguien y no solo por algo.
Por eso me enorgullece que sea mi periódico quien haga ver a todos la aportación al bienestar de los valencianos que la Caritas Diocesana ha hecho durante décadas. De los valencianos de Rh y de los recién llegados; de los sanos y de los enfermos incluso de los desahuciados; de los entrañables y de los repudiados; de los libres y de los presos; de aquellos a los que no cuesta ayudar y de quienes una querría apartarse. De todos, sin carnet ni filiación ni tarjeta de crédito que asegure el retorno del bien recibido.
Lo que me llama la atención, tras este premio y el Príncipe de Asturias a Manos Unidas, es que ha tenido que venir la crisis para cambiar el prejuicio sobre la ‘caridad’ como rémora del catolicismo casposo por el reconocimiento de que, en el fondo, el bien desinteresado y universal es una actitud excepcional.