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María José Pou

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El paro de sus señorías

Si a los trabajadores nos dejaran establecer el paro que nos corresponde y la forma de acceder a él, seguro que encontrábamos la fórmula de no dilatar el proceso ni entorpecerlo ni oponernos de forma sistemática.

Lo digo por lo sorprendente que resulta ver cómo los mismos diputados que andan a diario a la greña, incapaces de aceptar la tesis del contrario siquiera como hipótesis de trabajo, encuentran, sin embargo, facilidades para decidir su propio subsidio de desempleo.

Es uno de los problemas del Poder Legislativo pues legisla sobre sí mismo y puede obtener ciertos beneficios de ello. Es la acusación más común hacia algunos líderes que al mismo tiempo son empresarios. Berlusconi, sin ir más lejos. La posibilidad de regular el sector de la comunicación en Italia, siendo él uno de sus más directos implicados, ha sido un reproche constante en su gestión. Y con razón.

No parece conveniente que quienes elaboran y aprueban las leyes tengan potestad para hacerlo sobre asuntos que les conciernen directamente. Pero eso que en Italia ha levantado ampollas desde que Il Cavaliere llegara al poder, no se cuestiona nunca cuando se trata de la clase política en su conjunto. Me refiero, esta vez, a los miembros de Les Corts Valencianes.

Lo aconsejable, en su caso, es que su subsidio de desempleo fuese regulado por un ente independiente de las mayorías y, sobre todo, de quienes van a cobrarlo antes o después. De lo contrario ¿quién supervisa al supervisor?

De cualquier forma, en este caso, lo que resulta más curioso es la determinación y predisposición al consenso. Cuando se trata de los intereses de los valencianos hay una guerra a muerte y una imposibilidad casi metafísica de llegar a un punto de convergencia.

En cambio cuando de lo que hablamos es del bolsillo de sus señorías no hay color político ni diferencia irreconciliable. Todos son uno. Como los mosqueteros.

No sé si es gremialismo, talante o sencilla y llanamente desvergüenza. Mientras el resto de los valencianos estamos abocados a pegarnos codazos con el compañero de trabajo por culpa de la crisis, ellos se llevan a partir un piñón. Será porque hay piñones para todos.

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políticos

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.


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