A la hora de votar no todos somos iguales. No me refiero a que tengamos diferentes opciones de ser elegidos sino a algo tan simple como depositar el voto en la urna.
Ayer, mientras veía las imágenes de la jornada electoral catalana, me di cuenta de que los candidatos -Montilla, Mas, Rivera, Sánchez-Camacho o Puigcercós- metían, con perdón, su propia papeleta en la urna.
Y yo me pregunto: ¿usted puede depositar su voto personalmente? Es algo que me suele fastidiar bastante cuando voy a votar porque me encuentro siempre a un presidente de mesa que me dice «vota» pero en realidad no es así, pues es él quien mete el sobre.
Entiendo que es una medida de precaución para evitar engaños como meter dos sobres a la vez o trucos por el estilo pero me enfada constatar que a los políticos, solo por la foto de la prensa, sí se les permite.
Lo comprobé sobre todo con la imagen de Albert Rivera. Cuando fue a votar, quien presidía la mesa hizo lo que habría hecho con todos los demás: coger le sobre para meterlo él. Sin embargo, Rivera hizo un gesto y señaló a los periodistas gráficos apostados junto a la mesa electoral para inmortalizar el momento.
En ese instante, el de la mesa soltó el sobre y el candidato, mirando a cámara, lo introdujo en la urna. Ya sé que es un asunto menor pero no parece recomendable hacer apología del incumplimiento de la norma por mucho que sea para simbolizar el voto personal de una figura política. El manual del presidente del mesa, que el año pasado tuve que estudiarme, dice claramente que le corresponde a él meter la papeleta al tiempo que dice «vota» al ciudadano.
Entiendo que no tiene importancia para nosotros, a no ser que en las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo, algún partido prometa orgasmos. En ese caso, no pienso dejar que nadie ejerza el derecho por mí. Estaría bueno que ahora los presidentes de mesa tengan una jornada multiorgásmica.