No hacía falta ser adivino taiwanés para aventurar el final de Cascos en el PP. Ni tan siquiera para sospechar que acabaría por liderar su propia corriente. La verdad es que, para decir lo que apuntan los astrólogos taiwaneses cuando estamos a punto de iniciar el ‘año de la liebre’, no se necesita cualidad alguna extraordinaria.

Dicen estos futurólogos que el año de la liebre va a ser mucho más tranquilo que el del tigre que acabamos de dejar atrás. En concreto pronostican más calma aunque no descartan catástrofes ni tensiones. Me encanta. Es como apuntar que todo va a ser igual aunque con ligeros cambios. O que todo puede cambiar pero manteniendo lo esencial. O que puede haber desastres pero también tranquilidad, cosa que podría aplicarse a todos los años vividos y por vivir.

Casi cualquier hecho puede ser calificado de regalo o de catástrofe según quien lo analice. Lo de Cascos, sin ir más lejos, puede que haya sido contemplado por algunos como el comienzo de una etapa de paz y para otros el inicio de una guerra larvada.

En esa abrumadora capacidad de anticipación que demuestran los astrólogos taiwaneses señalan la importancia de las innovaciones tecnológicas en el año que empieza. Nunca lo hubiera dicho. El año de la liebre va a ser una vorágine de novedades capaces de sorprendernos lo que, visto desde la perspectiva de la sociedad geek que vivimos, es como no decir nada.

A los nacidos bajo el signo del Gallo nos advierte que habrá pequeños avances que llevarán a otros mayores. Como sucede con los horóscopos occidentales las referencias genéricas son tan flexibles que permiten llenarlas de cualquier contenido. ¿Qué son «pequeños avances»? ¿Me teñiré el pelo de azul y eso me convertirá en la Lady Gaga del barrio? ¿Cambiaré el coche por la bicicleta y acabaré por ganar el Tour? ¿O sencillamente olvidaré, como suelo, lo leído en el horóscopo y no pasará nada especial?