Los niños prefieren los coches y las niñas, las muñecas. No es la defensa de un planteamiento sexista del juego infantil en vísperas de los Reyes Magos sino el resultado de un estudio realizado en la City University London y publicado por la revista anglosajona ‘The Week’ en un artículo que revisa los trabajos empíricos más innecesarios por lo evidente de sus conclusiones.
El problema de ese enfoque, presente en muchas investigaciones académicas, es que se limita a constatar una realidad, pero no llega a explicar sus causas. Esto es lo realmente interesante.
En el caso de los juguetes infantiles, por ejemplo, es relevante saber si se trata de una imitación de lo que ven en casa, una pauta de conducta aprendida o una preferencia previa y ajena a la influencia externa.
Cosa distinta es mantener el esfuerzo por evitar la discriminación en el juego, mirando con mala cara al niño que prefiere las cocinitas o a la niña que opta por el scalextric. No hay patología en ello y pocas cosas hay más frustrantes que sentirse mal a los cinco años porque divierten más los playmobil que las barbies o viceversa.
Hay ejemplos peores de estudios irrelevantes como un par de ellos que procuran demostrar la verdad del refrán que concluye con un «. que dos carretas». Una de las investigaciones sobre camareros quiso averiguar si los senos prominentes influían en las propinas. La otra, publicada en la revista ‘Psichology today’, concluye que las autostopistas con grandes pechos tienen más posibilidades de ser recogidas por los conductores que las otras.
Pero sin duda el que más me ha divertido es uno publicado en el ‘Journal of Social and Clinical Psichology’ para confirmar que somos más felices durante el fin de semana.
La constatación es positiva como punto de inicio pero no de llegada pero esa profundización no siempre se da por muchas libras que se destinen a un proyecto irrelevante pero vistoso.