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María José Pou

iPou 3.0

Moralejas en televisión

Desde hace un tiempo se han puesto de moda en televisión las series que recrean la vida de un personaje histórico. Lo hemos visto con los Príncipes de Asturias, la Reina Sofía, Suárez y hace un par de días, con Clara Campoamor.

Sin duda es un formato interesante para conocer la Historia pues para mucha gente la ficción resulta más amena que un documental. El problema es la excesiva libertad creativa, es decir, la invención de diálogos, pensamientos o escenas de las que no se tiene noticia y sobre los que el guionista se permite elucubrar. Si el trabajo está documentado, el resultado es bueno pero si no lo está, puede deformar y caricaturizar la figura de la que se está hablando.

La biografía es un género complejo pero más si solo se intenta mostrar una actuación concreta como la que se hizo del Rey, ante el 23-F, por ejemplo. Lo que no se puede es pretender concentrar toda la personalidad de un sujeto en una actuación porque, así, solo conseguimos reducir su propia riqueza humana.

Si a eso se le une la ideologización, el resultado puede ser deliciosamente inexacto. Y digo “deliciosamente” porque, quizás, para quienes pretenden imponer doctrina es ideal.

Me explico. No creo que sea casualidad la constante de RTVE en ubicar sus series en un contexto guerracivilista que comparte un mensaje claro: viva la República. Y, conociendo cómo determinados gobiernos han impulsado una línea ideológica común en toda la programación de una televisión estatal –estoy hablando de Cataluña y de TV3-, convierte esa coincidencia en sospechosa.

Ocurre así en el último caso: la serie sobre Clara Campoamor. Es una personalidad necesitada, sin duda, de conocimiento y reconocimiento por su lucha a favor de las mujeres. Sin embargo, todo se presenta simplificado y con moraleja: los buenos querían la República. Pero la Historia no se escribe con moralejas. Eso se deja para las fábulas. Y para la propaganda.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.