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María José Pou

iPou 3.0

Otra memoria histórica

La palabra es un patrimonio universal. Es una contribución al saber colectivo que todos podemos aportar pues no requiere ni tan siquiera saber leer. Solo hablar. Por eso me parece tan interesante toda propuesta que busque conservar ese patrimonio junto al realizado por escultores, orfebres o literatos.

El patrimonio inmaterial de la memoria colectiva nos incumbe a todos y más que nunca cuando se refiere al recuerdo de lo que hemos sido y somos. Es el caso del “Museu de la Paraula”, un proyecto del Museu Valencià d’Etnologia que puede consultarse en Internet.

En él son cientos los valencianos que han dejado su testimonio grabado en vídeo para contar cómo se trabajaba en el campo, cómo se hacía carbón o cómo se vivió la guerra civil.

Para muchos puede que sea un simple material de utilidad para expertos ya sean antropólogos o lingüistas, o sencillamente un lugar donde reconocer a “son tio” que habla de su infancia.

Sin embargo, es un wikileaks de la vida cotidiana de nuestros ancestros. Es un lugar donde conocer los entresijos del día a día, es decir, donde conocer la historia con esos detalles que no cuentan los grandes tratados que hablan de la vida política del momento.

A mí me gusta verlos porque siempre he pensado hacer eso con mi madre, grabarle hablando de la guerra. Me ayuda a hacerme una idea más que los documentales fríos y llenos de datos y fechas.

Ella me cuenta cómo los milicianos llegaban de noche, miraban debajo de las vestiduras de una imagen de la Maredeueta que tenía mi abuela para ver si había joyas escondidas, rebuscaban por todas partes y se iban. O cómo en su casa celebraban misa a escondidas o les obligaban a coser calcetines para los milicianos. O cómo se llevaron a mi abuelo a hacer el paseíllo por ser suscriptor de ABC y mi abuela acudió a la Pasionaria que lo salvó in extremis.

Son historias que hacen la Historia. Es, también, memoria histórica.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.