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María José Pou

iPou 3.0

La doble fila

Lo ha denunciado un vecino de Ruzafa pero bien podría haber sido de otro barrio. La doble y triple fila nos perjudica a todos. Y así lo ha reconocido el Síndic de Greuges al instar al Ayuntamiento a solucionarlo.

La denuncia se refiere a la calle Cuba o a Literato Azorín pero también podría aplicarse a la Avenida Constitución, a Matías Perelló o a la calle Cuenca. Calles lo suficientemente anchas como para que el tráfico sea fluido que terminan por reducirse a un solo carril por culpa de las dobles filas.

Confieso que soy una enemiga de la doble fila lo que me granjea no pocas burlas cuando doy vueltas y más vueltas para parar apenas media hora, o enemistades de conductores irresponsables cuando reclamo que su coche no ocupe un espacio no previsto para el estacionamiento.

Lo hago como afectada ya sea por la ralentización del tráfico ya sea por la molestia de un conductor que toca el claxon a la hora de la siesta porque un caradura ha dejado su coche donde no debe y le impide sacar el suyo.

La doble fila, salvo contadas excepciones, suele ser el modo de no perder tiempo buscando aparcamiento, es decir, un comportamiento egoísta. Más vale que sean los demás quienes pierden el tiempo llamando a la grúa para poder llegar al trabajo que uno mismo buscando un lugar donde dejarlo sin molestar.

Después está lo que dicen los usuarios de la doble fila: «solo es un minuto», a modo de disculpa. Un minuto sagrado para él y perdido para ti. ¿Por qué? Porque lo considera más valioso que el tuyo.

Supongo que, además, el Síndic habrá mencionado en su informe al Ayuntamiento lo que sufren los habitantes del entorno de Mestalla cada vez que hay partido. No es excusa que solo sea una vez cada 15 días. ¿Acaso esos valencianos pagan menos impuestos que los otros? ¿Por qué tienen que verse perjudicados, entonces?

Por eso estoy con el vecino denunciante. Porque su denuncia busca el bien de todos.

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civismo

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.