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María José Pou

iPou 3.0

El tío Paco

Cuando leo una noticia que lleva vídeo, no suelo mirarlo. Solo lo hago cuando resulta imprescindible para entender lo que cuentan o cuando tiene algún elemento morboso añadido. ¿En qué caso está el vídeo de Camps? No sabría decirlo.

Lo primero que me pregunté al saber de él fue si era necesario. No es una pregunta baladí. El vídeo como formato de propaganda electoral es de lo más común. Hay que vender al candidato y un vídeo corto donde el personaje habla poco de temas diversos lo consigue. La pregunta, sin embargo, es si existía la necesidad de presentar a un político como Camps, de sobra conocido por sí mismo y a años luz, como referencia pública, de sus contrincantes.

Y es en ese conocimiento social donde radica la cuestión. Pocos valencianos desconocen quién es Camps, pero, tras los años del calvario Gürtel, su imagen ha quedado deformada y muchos solo saben de él lo que dice una caricatura grotesca.

Otro cuestión es si el político debe exponer sus opciones personales y permitir que se conozcan, incluso por su propia voz, algunos detalles de su intimidad. Ése es el contenido del vídeo, un President que intenta desayunar con sus hijos; que llamó a sus padres tras el triunfo de España en el Mundial o que recuerda con ternura los años de infancia en el huerto de naranjas de sus abuelos. No es el Molt Honorable. Es el tío Paco.

Y aquí vuelvo a la pregunta inicial. ¿Era necesario? El debate sobre la importancia de la vida privada de los personajes públicos no es nuevo. A mí, en principio, me importa poco. Mientras gestione bien lo de todos, que haga lo que quiera con lo suyo. Ahora bien, entiendo el argumento de quien defiende la transparencia.

El vídeo no ha cambiado mi imagen de Camps. Ya antes pensaba que era un tipo sencillo, familiar y honesto. Pero eso no impide que exija saber qué ha pasado con el dinero que cada año Hacienda me quita para entregárselo al Consell.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.