La creatividad ayuda a evitar la censura. Bien lo saben quienes han trabajado en dictadura. El modo de decir sin decir es ser ocurrente y avispado, jugar con las palabras y buscar la forma de que se entienda sin que nadie pueda acusar el golpe directo.
Recuerdo, en ese sentido, la polémica en torno a la portada de El Jueves en la que aparecían los príncipes de Asturias practicando sexo. Lo mejor no fue esa primera portada censurada después sino la que se escogió luego en la que Letizia era una flor y Felipe, el abejorro que la polinizaba.
Ahora, con lo difícil que se está poniendo decir «corrupción» e «implicados», habrá que buscar un modo de referirse a cierta característica de algunos miembros de las listas electorales sin ser denunciado ante la Junta Electoral por ello.
Ya sé que se ha detenido el tema de forma fulminante desde Génova, provincia de Madrid, pero me divierte intentar encontrar una vía alternativa aunque no sea necesaria.
Si el problema es que no se puede decir que en las listas del PP alguno de sus miembros está implicado en casos de corrupción (¡oh, glups, ya lo he dicho!), habrá que referirse a ellos con algún circunloquio elegante.
Por ejemplo, que en las listas del PP alguno de sus ilustres miembros también pertenece al selecto club de amigos promotores de la Justicia local y defensores de la foca monje y de los fiscales de sala. ¿Quién puede decir que esas almas caritativas y solidarias con especies en extinción tienen algo que ver con asuntos feos? ¡Nadie!
Son, al mismo tiempo, aficionados a la terapia de grupo en sobre lacrado, bajorrelieve, sobre de bolsillo y sobrepelliz. ¿Alguien entiende de todo eso que me estoy refiriendo a corruptelas en forma de sobres sospechosos? Nada más cerca de mi intención. Que una solo relaciona a determinados personajes con sobres y papel Galgo. Porque largos y rápidos, son un rato. Algunos son para eso, para echar un galgo.