¿Por qué lo llaman primarias cuando quieren decir designación? Ése debería ser el titular pero no cabe. Durante años y sobre todo en los últimos meses hemos escuchado a los socialistas presumir de democracia interna. Cuando se les planteaba el riesgo de la división alegaban que unas primarias no dividen sino que unen. Que se lo digan a Asunción.
Por eso ha resultado algo obscena la puesta en escena de la presentación de la senyoreta Rubalcaba, como si de una reina de las fiestas se tratara, con Zapatero de mantenedor. Es apreciado, es respetado y hasta es temido, ha dicho el secretario general del partido. Es un esprínter nato, ha añadido, y solo le ha faltado loar sus cualidades culinarias: ¡Y hace unas migas de quitarse el sombrero! Y la afición hubiera arrancado a aplaudir. Por un momento parecía Noche de fiesta con Moreno jaleando al público con su «uh, uh, uh».
Y Rubalcaba sonriendo con esa dentadura tan poco electoral que le da un aire perverso e inquietante. A su lado Carme Chacón, hierática e hiperresponsable sin aclarar lo único realmente importante para los españoles. No me refiero a las razones de su renuncia ni qué le dan a cambio sino a qué quiso decir cuando alegó que se retiraba por la estabilidad del gobierno.
Que su continuación en la carrera electoral era un problema para el partido o para la relación PSC-PSOE es una cuestión que tienen que sopesar sus miembros. Los demás podemos opinar pero el asunto no nos atañe. Sin embargo, lo otro, sí.
Si hay riesgo de fractura en el gobierno deberíamos saberlo. ¿Significaba eso que Rubalcaba había amagado con dimitir si no era candidato? ¿Hubiera precipitado eso un adelanto electoral? En cualquier caso saber que el gobierno anda a la greña por el liderazgo en el PSOE no ayuda a verlo como una realidad estable.
Y mucho menos sabiendo que en los próximos meses va a estar más pendiente de su situación que de España.