Confieso que ya hace tiempo que descarté llegar a comprender al conseller Font de Mora. Será que mi inglés no es muy bueno o que las tres líneas en las que me formé, castellano, valenciano e inglés, se entremezclan en mis neuronas hasta confundirme. El caso es que no termino de comprender su política.
No me refiero a que apueste por las lenguas internacionales como el inglés. Me parece bien aunque siempre he defendido que los españoles ganaríamos mucho si domináramos el español, lengua también de uso internacional. Sería lógico y conveniente porque la atención en otros aspectos ha hecho que descuidemos ese en detrimento de la cultura española y del desarrollo de una intelectualidad elevada en nuestro país.
Eso no impide adquirir un buen nivel de valenciano pero para ello no solo debe estar la escuela sino también en el ámbito cultural y social. Lo dice alguien que lamenta haber perdido a su padre a edad temprana porque convivir con un valenciano de Almussafes me hubiera ayudado a hablar “la meua llengua a l’intimitat” con una fluidez que hoy no tengo.
Por ello me parece bien que se apueste por las tres pero no entiendo por qué se plantea ahora. Sobre todo, después de un camino un tanto zigzagueante: inglés hasta en Ciudadanía, chino como proyecto estrella y ahora, esto. Me parece tan enigmático como el cambio en la continuidad que proclama Rubalcaba. Será el modelo cubano de los Castro Bro.
Si la iniciativa busca potenciar las tres, resulta un tanto preocupante que se haga al mismo tiempo habida cuenta de que ninguna de las tres lenguas parece realmente asentada, a tenor de los datos escolares.
Lo necesario es apostar por un sistema de calidad. Mi experiencia con trilingües catalanes es que con un entorno concienciado y buena enseñanza general se empieza con dos lenguas próximas y familiares y se aprende la tercera sin dificultad. Pero para eso hace falta un sistema de calidad.