Si al menos hubiera sido en 3D, con un aire a George Clooney o con copias de bolsillo para que cada catalán la pusiera en su cartera junto a la de los niños, aún tendría un pase. Pero que José Montilla se gastara más de 7.000 euros en su foto oficial y ni siquiera le pusieran pelo con el Photoshop (que no estoy diciendo trenzas, que solo una mera pelusilla) es un verdadero crimen. O robo. O estafa. O como quieran llamarle.
Lo peor no es que el anterior president de la Generalitat catalana se gastara ese pastizal en una foto sino que lo hemos sabido porque ICV-EUiA ha pedido datos de la foto oficial de Artur Mas. Éste, en su respuesta, ha defendido que el gasto de 324,78 que ha hecho no es nada en comparación con los 7.710 euros que destinó su antecesor a ser inmortalizado.
¿Se puede gastar un cargo público, incluso en tiempos de bonanza, el equivalente a cuatro o cinco buenos sueldos en tamaña majadería? Entiendo que es necesario un retrato digno, no por la persona sino por la institución que representa, pero estoy segura de que ni encargándoselo a Ouka Leele hace falta tirar de ese modo el dinero público. Con un servicio oficial de fotografía, común a todos los cargos, podrían evitar el encargo.
No quiero ni imaginar la de gastos así de abultados que hay en cada administración nacional, autonómica y local pero, sobre todo, la de bocas que, conociéndolos, callan. ¿Hemos de pensar que, de no haber sido por la crisis, no hubiéramos tomado conciencia de que había que reducir los gastos a lo mínimo indispensable? Lo que ha hecho cada familia, ha tardado al menos cuatro años en llegar a las administraciones y porque se les ha cerrado el grifo que, si no, hubieran seguido instalados en el despilfarro.
¿Y dice Rajoy que va a hacer auditorías en las comunidades en las que antes no gobernaba? Los ciudadanos deberíamos exigirlas siempre y en todo. Que para eso pagamos sus facturas.