Los temas culturales que no tienen lectura política suelen pasar inadvertidos. No hay conflicto, de modo que los olvidamos muy pronto. Es lo que sucede con la potencia del español en todo el mundo.
Vivimos tiempos de explosión lingüística. Son millones los que estudian español en los cinco continentes y, sin embargo, en la madre patria apenas prestamos atención al fenómeno. No me refiero al efecto imán que tiene España para los Erasmus aunque en eso seamos una potencia. Ahí entran en juego muchos elementos ajenos a la cultura o, al menos, demasiado lejanos.
Me refiero al interés que nuestra lengua suscita en gente de lo más diverso. Nuestra actitud dista muchísimo de la que tienen, por ejemplo, los ingleses. Ellos son conscientes de que su lengua es la lengua franca, aquella que sirve para ponerse en contacto con todo el planeta.
Es cierto que a veces abusan de ello y manifiestan cierta displicencia con quien no la domina pero presumen de lengua. Nosotros, en cambio, ni siquiera cuidamos el uso del español. Ni siquiera nos indignamos con quien la maltrata. No pido que tengamos ese mirar altivo hacia quien no sigue el puro inglés británico de la BBC- en versión española, de Alcalá- sino que seamos capaces de apreciar el buen uso de nuestra lengua. De que admiremos a quien lo cuida y procura una cierta exquisitez en el hablar y en el escribir.
Por eso parece incompleta la fiesta del español, el día E como le han llamado, solo con una iniciativa certera pero escasa. Se trata de pedir a personajes famosos de España e Hispanoamérica que escojan su palabra favorita en español.
Es interesante pero no es solo una palabra, es toda una cultura la que está detrás. Por mi parte, no he conseguido escoger solo una. Son cientos los que me parecen preciosas. Es más, diría que lo realmente hermoso es escuchar a un argentino, a un chileno o a un colombiano dar mil tonos y colores a la misma lengua.