“Excelentes marineros en la tormenta» es lo que ayer pidió el presidente Camps a sus nuevos consellers, nunca mejor dicho. Tienen que librar una dura batalla contra un mar embravecido, vino a decir, como si la crisis fuera la ballena blanca de Moby Dick y él, el capitán Ahab.
Lo malo es que el Mediterráneo no es un mar de marejadas, tifones y negras borrascas que hacen crujir las maderas del barco ni Valencia es la Costa da Morte, acostumbrada a perder hijos en las profundidades de las fauces oceánicas. Más bien al contrario, Valencia es la America’s Cup i Casal, donde se navega por ganar las Cien Guineas sin perder apenas la vista de la línea de costa y tomando aperitivos en cubierta.
Sin embargo, lo que más preocupa no es el sabor a salitre y brea de la arenga presidencial sino el recambio basado en quitar a los capitanes de los barcos y poner a quienes remaban en las galeras, es decir, sustituir al conseller por su segundo, el secretario autonómico.
No es que me parezca mal. Tiempo habrá de ver si es oportuno el recambio. Lo que me extraña es que el capitán no sirva para la nueva travesía y sí quien estaba a sus órdenes.
Dijo el presidente que se necesitan «nuevas políticas y nueva mentalidad» y ahí es donde surge mi duda. Si los secretarios autonómicos forman parte del equipo de una consellería ¿cómo puede ser su política nueva en relación al conseller anterior? ¿Significa eso que tenían ideas propias y el jefe de antes no las apreciaba? ¿Que las tenían y se las guardaban? ¿O que no las tenían y las van a buscar ahora?
Ya sé que todo esto es precipitado, que tienen cien días de gracia para hacernos ídem y que una servidora tiene el síndrome ‘burnout’ en su hueso ciudadano pero eso de poner al segundo me da mala espina. O no era fiel o lo era hasta ayer.
Yo me conformo con que toda la tripulación del crucero ‘Queen Paula’ sea fiel a quienes le votaron: los valencianos.