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María José Pou

iPou 3.0

El último Zapatero

Va a ser el último debate del Estado de la Nación en el que intervenga Zapatero. Al menos, en esta etapa que, en política, como todos sabemos, nunca puede decirse nunca jamás.

No sé qué dirá hoy desde la tribuna, aunque lo imagino. ¿Hace falta que a los españoles nos digan cómo está el país? Parado. Literalmente. Parados los que no tienen trabajo; los que no tienen futuro porque aún estudian y no ven salida; los que no tienen esperanza de mejora porque ya pueden darse con un canto en los dientes pero ese canto les rompe tres muelas cada vez que les da y los que no tienen asegurado un retiro digno ni una casa digna ni tan siquiera una dieta digna.

Decía ayer el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, que un buen gobernante ha de estar a las duras y a las maduras, sin embargo, Zapatero ha estado más a las duras, con la soga al cuello pero ha estado, que a las maduras. Quiero decir que, cuando eran tiempos de bonanza, supeditó la gestión eficaz a la ideología excluyente. Gastó el superávit, por ejemplo, quizás por su inexperiencia de gobierno que ve dinero en caja y cree que siempre va a seguir llenándose de la misma forma y en la misma cuantía.

Alonso quiso convencernos de que ha gobernado para el interés general pero en eso tengo serias dudas. Al menos si recuerdo cómo durante los primeros años primó la exclusión del PP de forma sistemática.

De acuerdo que un partido debe cumplir su programa pero hay asuntos sobre los que hace falta un gran acuerdo común que sin embargo no solo no hubo sino que se obvió con cierta displicencia. En la reforma, por ejemplo, del matrimonio, sobre lo que se despreció cualquier opción y toda petición de diálogo.

El balance, pues, no es positivo. Ni el de España, que sigue estable dentro de la gravedad, ni el de Zapatero que deja una triste herencia. Supongo que ocurre con todos pero con él parece que sabor de boca es más amargo.

Socarronería valenciana de última generación

Sobre el autor

Divide su tiempo entre las columnas para el periódico, las clases y la investigación en la universidad y el estudio de cualquier cosa poco útil pero apasionante. El resto del tiempo lo dedica a la cocina y al voluntariado con protectoras de animales.