Supongo que es normal que en el ministerio del Interior, el subalterno termine por cargar con las culpas del jefe. Y no solo en ministerios sino en cualquier organización jerárquica en la que se permite la inmoralidad de la cúpula y se amenaza con la expulsión a los peones si osan decir algo o se niegan a obedecer.
Lo digo porque el caso “Faisán” suena a eso habida cuenta de los procesados. El primero del ministerio es convertido en candidato; el segundo, en ministro y el tercero, en pringadillo. No estoy diciendo que sea culpable. Ni mucho menos. Quizás esté diciendo todo lo contrario. En cualquier caso, defiendo la presunción de inocencia, multiplicada cuando se trata de obediencia debida. A excepción de la carga por omisión de denuncia.
Por eso me han llamado la atención las palabras que ayer pronunció Antonio Hernando con motivo de la diatriba contra Rubalcaba de Soraya Sáenz de Santamaría. La portavoz popular decía que Rubalcaba está inhabilitado para ser presidente del gobierno. Y alegaba, para ello, el auto del juez sobre el caso “Faisán” donde procesa tres cargos significativos de la lucha antiterrorista.
Le replicaba Hernando, portavoz del PSOE en la comisión de Interior, que se había precipitado porque el juez ni siquiera mencionaba a Rubalcaba. Y la pregunta es obvia ¿es necesario que lo mencione? Sí, ya sé que Rubalcaba no está procesado. Pero, aparte de responsabilidades penales, las hay políticas.
Rubalcaba tiene una responsabilidad como ministro. No porque él se encargara de llamar para frustrar la acción contra ETA sino porque lo hicieron personas a su cargo. O lo sabía y es corresponsable o no lo sabía y es responsable de no atender debidamente -él o sus colaboradores- a la lucha antiterrorista.
No obstante, el PP equivoca la táctica si quiere desgastar al candidato por ahí. Por algo ha puesto un saco de boxeo de ministro. Para parar los golpes que le vayan a él.